En todas partes se cuecen habas dice un refrán popular. Este podría aplicarse a la situación de la leyes que produce el parlamento en cada país, a propósito del informe publicado por Hernán Olano de la Universidad de la Sabana en el cual se hace un recuento sobre lo intrascendente de algunas de las leyes que tramitan nuestros congresistas con tal de alcanzar un número significativo de proyectos tramitados con su autoría. Lo cual significa que importa más la cantidad que la calidad, dado que la primera es un parámetro para medir el trabajo de los miembros del legislativo.
Entre las iniciativas más socorridas y que figuran en el informe del director del departamento de historia y estudios socioculturales de la mencionada universidad, están las honores a personajes de todos los pelambres y no son pocas, en los últimos 6 años fueron alrededor del centenar y los costos de su aplicación son altos, pues ellas obligan a entregar medallas, pergaminos y en algunos casos a erigir monumentos. De lo cual se ocupan también con empeño especial las Asambleas Departamentales y Concejos municipales. Otras disposiciones legales son absurdas o no se cumplen como aquella que prohíbe la venta al menudeo de cigarrillos en la calle, la venta de jeringas sin fórmula médica, o de bebidas alcohólicas a enajenados, ebrios o alcohólicos; cuando bien se sabe que todos estos productos son vendidos libremente sin que se apliquen sanciones estipuladas. Todas ellas están vigentes desde hace muchos años, mientras que otras son más recientes.
No es en época reciente que se haya puesto el dedo en la llaga con relación a las leyes absurdas o se recabe sobre aquellas que por extemporaneidad se hace difícil su aplicación, no obstante siguen vigentes, como aquella de 1914 que obliga a comunicar mediante bando con trompetas y timbales los decretos del alcalde, lo cual parece más de carnaval o comienzo de una feria donde se decreta que llegó la alegría y todos los ciudadanos están obligados a gozar de la música y ser parte del jolgorio.
Pero para tranquilidad nuestra en otras latitudes las leyes de este tenor abundan. Por ejemplo en Francia está prohibido poner el nombre de Napoleón a un perro. En Dinamarca antes de poner en marcha el carro se debe hacer la revisión de luces, frenos, volante, la bocina y el chofer se debe asegurar que no haya niños debajo del carro. En Israel está prohibido meterse los dedos en la nariz los sábados y en Haifa, localidad del norte de este país, está prohibido llevar osos a la playa. Estas y otra muchas perlas por el estilo son para risas, pero a alguien en su momento se le ocurrieron y siguen en vigor.
Los ejemplos en Venezuela también abundan, pero tienen más que ver con la situación de crisis económica e institucional, con el objetivo preciso de cortar libertades y sostener al gobierno. Así por ejemplo: Quien tome una foto de una estantería vacía en un supermercado está cometiendo un delito. No se puede hacer porque, según el gobierno, eso desata el pánico consumista. No se puede filmar ni sacar fotos de las colas del pueblo en los supermercados, lo cual está tipificado como delito. También está establecido que ningún medio de comunicación puede publicar o insinuar el precio del dólar paralelo desde 2007, a esta se le llama Ley contra Ilícitos Cambiarios, que supuso la desaparición de páginas web y blogs que informaban sobre el asunto.
Lo cierto es que nuestros legisladores si deberían ocuparse de temas con mayor trascendencia para la vida nacional olvidarse de tanta exaltación a las personalidades para inflarles el ego, inmerecida en muchos casos. En eso tendrá que reparar el Congreso para recuperar el prestigio que perdió desde hace mucho rato por diversas razones, sin que se escapen de la corrupción el mayor de los males de nuestro querido país.