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Mensaje a César Rojas
La política en definitiva es una ciencia que en ocasiones es inescrutable, indescifrable.
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Sábado, 2 de Enero de 2016

Otros cuatro años más que pasan para la ciudad que dejan más dudas y frustraciones que realidades, y ahora nuevamente estamos ante las expectativas de lo que pueda hacer un nuevo alcalde, con su equipo de gobierno, con sus proyectos de gestión y a la gente que quiere y le duele Cúcuta, señor Alcalde, espera que a Usted le vaya bien.

La política en definitiva es una ciencia que en ocasiones es inescrutable, indescifrable, toma unos caminos que nadie los podía prever, y una de nuestras realidades políticas, tristes para la ciudad, es la de que no se entiende cómo pasan y soportamos tantos años de malas administraciones, y ahí seguimos, desde luego en una ciudad más pauperizada y marginada.

Por esta primera consideración Alcalde, es que le reiteramos que a todos los que queremos y nos duele Cúcuta esperamos que a Usted le vaya bien.

Pero claro, así mismo sabemos que esa no es una tarea exclusivamente suya, es de todos, por la ciudad, y porque al término de cuatro años, si el príncipe fracasa, al final, será despreciado por muchos años por su gente.  

Hace 500 años cuando Maquiavelo le daba consejos al príncipe sobre cómo gobernar, en el capítulo 15 de su libro le escribió: “Sé que sería muy loable que el príncipe reuniera en sí mismo todas las cualidades que se consideran como buenas, pero a ningún ser humano le es posible tenerlas todas, así que el príncipe debe tener la prudencia de evitar aquellos vicios que pudieren representar un peligro para la estabilidad de su estado, porque el ejercicio de lo que aparece como virtud, puede llevar a la ruina al príncipe”.

Antes de escribir esta columna, intercambiaba unas palabras con un amigo que me sugería que la escribiera orientándola hacia el compromiso que desde lo ético, todos como hombres, como alcalde, concejales, padres de familia, como ciudadano, debemos tener con nuestros actos.

Y tiene toda la razón, porque si los príncipes deben evitar los vicios que aparentemente son virtudes, y lo pueden llevar a la ruina, creo que lo que le ha pasado a la ciudad es precisamente eso, que en los gobiernos de Cúcuta ha habido muchos vicios que no están llevando a la ruina a los príncipes – en eso se equivocó Maquiavelo con Cúcuta-pues aquí a los príncipes les ha ido bien pero a la ciudad mal; en estos momentos, Usted lo sabe muy bien Alcalde, con 5 meses de cierre de frontera, finalizada la exención del Iva y cerca de 10.000 familias deportadas que nos quedaron por acá, Cúcuta no reacciona, con su alcalde, estamentos y la gente que quiere y le duele la ciudad, el 2.016 será muy difícil.

Una de las lecturas más interesantes que tuve en el año que pasó es una conferencia que habla de los caminos que debe realizar un escritor para realizarse como tal, y el primer paso era el de escribir con estética.

Esa es una bella reflexión porque la política y todo debiera estar antecedida de estética, que en el terreno de lo público equivale a hablar de lo que se hace bien, con rectitud, que en el caso de una alcaldía es entender señor Alcalde que el rescate de la ciudad es una tarea de todos, y por ello, por sólo citar un caso, creo que le llega muy bien a la ciudad el nombramiento por ejemplo de Darwin Clavijo como secretario de Hacienda, porque le da confianza a la ciudad, a usted como alcalde, y a todos los que queremos y nos duele Cúcuta.

Desde luego que las tareas por el rescate de Cúcuta son muchas. Muchas de estas cosas usted las dijo en su posesión. Son muchas las tareas que deben hacerse para rescatar a Cúcuta.

Y todas ellas son urgentes: la creación de 15.000 empleos, rescatar la industria de la arcilla, fomentar el turismo, la construcción de un parque en el cerro de Tasajero, construir la terminal de transporte, pavimentar 6.000 calles entre comunidad y gobierno, la semaforización y muchas más; todas son urgentes para Cúcuta, la frontera, y por usted mismo Alcalde, porque uno de nuestros jueces infalibles en la vida, el paso del tiempo, se encargan de castigar con desprecio al príncipe que cayó en la soberbia o la corrupción y dejó de hacer sus tareas de gobierno.

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