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Movilidad vehicular
Este es un tema de nunca acabar, pues este caos lo vivimos desde hace muchos años, cuando se empezaron a aprobar cupos de taxis en forma masiva sin los estudios técnicos.
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Viernes, 6 de Marzo de 2020

En días anteriores se llevó a cabo en el Concejo de Cúcuta, el control político al secretario de tránsito, donde fue duramente cuestionado por el caos que se presenta en la ciudad con respecto  a la movilidad vehicular. 

Este es un tema de nunca acabar, pues este caos lo vivimos desde hace muchos años, cuando se empezaron a aprobar cupos de taxis en forma masiva sin los estudios técnicos serios que los ameritaran, y terminó de agravarse por las decisiones del resto de alcaldes del Área Metropolitana que imitaron tan lucrativo negocio. Para muestra, veamos como ejemplo el  municipio del Zulia, donde aproximadamente hay más de 400 cupos aprobados y en su inmensa mayoría ruedan en Cúcuta. En los otros municipios, Villa del Rosario, Patios, Puerto Santander y San Cayetano, hay miles de cupos aprobados que “ruletean y/o camellan” en Cúcuta igualmente y si observamos el movimiento de taxis en esas municipalidades,  que es donde deberían prestar el servicio, no se encuentra un  taxi ni  para un remedio.   

También contribuye al caos vehicular cucuteño la circulación de buses y busetas viejas e incómodas que prestan el servicio en forma precaria, que  contaminan el medio ambiente, frente a lo cual la administración municipal de Cúcuta debe adoptar con urgencia un transporte masivo que saque de circulación tanto vejestorio. 

No hay que dejar de mencionar que con fundamento en la ley 1955 entraron por las trochas a circular en Cúcuta muchos vehículos de matrícula venezolana, debido a la demora del gobierno nacional en la toma de una decisión oportuna sobre la internación de esos vehículos, pese a la insistencia del anterior alcalde, quién advirtió hasta el cansancio, que esto se podía venir. 

Y qué decir de los policías  de tránsito que no los han podido meter en cintura para que dirijan el tránsito que es su función principal, y no estar instalando retenes en los lugares  más solitarios a la caza de potenciales infractores,  lo cual, además, no se ve reflejado en el aumento de los ingresos del municipio.  

Con todo respeto, no comparto, en un principio, la descalificación prematura que se le  hace  al secretario de tránsito con escasos días en el cargo, con unos agentes de tránsito que poco caso le hacen a un civil, con un personal mañoso de vieja data, que maneja una serie de funciones complejas por los intereses encontrados que representa la adopción de cualquier decisión que se toma en esa  entidad, considero supremamente difícil, diría imposible, un cambio radical en tan corto tiempo, repito, a no ser  que venga acompañado de una   varita mágica, que lo dudo.  

De todos modos, esta administración llegó precedida de una gran expectativa por los cambios que se necesitan en la conducción de las costumbres políticas en la ciudad para beneficio de todos sus habitantes. Con esa esperanza los electores les dieron un voto de confianza, entonces: ¡que se note el cambio! 

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