Manejar o recorrer a pie las calles y avenidas de nuestra maltratada ciudad es de por sí un ejercicio cada vez más complicado habida cuenta de un parque automotor desbordado y con vías cada vez más insuficientes.
Obras inconclusas y otras varias aún sin planos, dejan ver una ciudad pronta al colapso; un puente que tuvo que ser remendado con recursos diferentes a los pactados (o sea que el contrato fue burlado impunemente), desdice mucho de la justicia administrativa.
Y encima, las benditas vallas publicitarias de la inefable contienda electoral contaminan el muy antiguo y placentero recorrer por las sombreadas y apacibles calles de la perla del norte.
Que salvemos la democracia; sería bueno que lo hicieran porque ellos mismos la tienen moribunda.
Que yo escucho y luego hago; cuento viejo. Muy simple y mentiroso.
Que acabo con el IVA; nada más falso; si al menos acabara con el 4xmil que fue promesa temporal y terminó permanente como un asalto más al bolsillo del ciudadano de a pie.
Que más educación y salud dice otro promesero barato. Ya nadie cree que con una simple valla y la foto del candidato, se vuelva realidad lo que tantas lágrimas y sangre nos ha costado.
Y qué raro que ninguno prometa nuevos acuerdos de paz. Pues porque en medio de todo son inteligentes pero incapaces y saben que ese sueño trasnochado de patria sin guerra es cada vez más una utopía.
Qué falta de creatividad el que promete parar a Petro; debería conseguirse otro publicista.
Y el que acerca el dedo índice al pulgar y promete que a esa distancia estamos de acabar la corrupción y la politiquería, parece que viviera en otro país. No sabe que lo que está es a punto de quedar chamuscado.
Los que utilizan la imagen del caudillo de la seguridad democrática no se percatan que ni seguridad ni democrática y deberían arrimarse a otro que mejor los represente o hacer valer sus propios méritos si es que los tienen.
La contienda electoral en esta ocasión tiene un ingrediente nuevo y que marca diferencia. No es ya la promesa vana incluida en un discurso sonso o en una valla colorida, sino la imagen del personaje en las redes sociales lo que seguramente marcará la diferencia.
Y en ese campo ya hay un personaje que podría dar una agradable sorpresa para bien de todo un conglomerado que ha sufrido y padecido las mentirosas promesas de politiqueros y afines desde hace más de un siglo.
¿La tecnología informática acabará por fin con las vallas publicitarias? Ojalá que sí…