Con mucha alegría y optimismo se reunieron representantes de agremiaciones del sector comercio, turismo y otros con el alcalde Yáñez, cuyo propósito de presentar una propuesta que apunte a dinamizar y organizar el ingreso de miles de hermanos venezolanos en sus vehículos particulares, como lo hacían hace siete años.
Según declaraciones de uno de sus participantes: “… lo que se busca es trabajar en aspectos claves como movilidad, circulación vehicular, infraestructura de transporte, seguridad y capacidad de atención migratoria”. Seguramente se dieron muchas otras opiniones, todas valiosas, aunque la mayoría son el resultado del espíritu comercial de sus asistentes que pese a todo lo acontecido en la ciudad y en el mundo, han podido sostenerse económicamente y ahora, desean nivelarse financieramente como quiera que los vecinos han sido, son y serán nuestros clientes.
De igual manera, una propuesta bastante difícil de aplicar: “Se debe hacer un control de los vehículos que puedan pasar de Venezuela, para ello se debe considerar el número de placa, para evitar que colapse el tráfico de Cúcuta y del área metropolitana. Debe haber un límite de hasta donde se pueden movilizar los vehículos venezolanos…”
Las dos propuestas son muy importantes, sin embargo una dista bastante de la otra puesto que mientras que una percibe la realidad fronteriza y apunta a evaluar los puntos críticos como lo son la circulación vehicular, la seguridad y otros temas complementarios, la segunda sugiere un control de ingreso a nuestro país, como si fuera muy sencillo proponer a la autoridad vecina dicho control.
No quiero ser aguafiestas pero creo que de seguro se cometerán muchas irregularidades en materia de aplicación de normas de tránsito, en el entendido que las cámaras de fotodetección esperarán pacientemente a que un nacional cometa alguna infracción, mientras que el visitante violará el Código de Tránsito en toda su extensión y no faltará el líder del gremio del comercio que se pronuncie para que la autoridad sea “tolerante” con los extranjeros, mientras que a los nacionales se les aplica la ley en pleno.
Por otra parte y es el fondo de la columna, para qué esperar al 1 de diciembre para el plan piloto, porque a decir verdad, la fotografía tomada el día del evento no pasa de ser una débil noticia, toda vez que en veinte días no se realizará el arreglo de miles de huecos existentes que debieron tener su intervención desde que inició la actual administración, y no creo que la ciudadanía se trague el cuento que todo está bien y viva la fiesta, cuando sabemos que pegados a los miles de buenos ciudadanos venezolanos, posiblemente ingresaran cientos de maleantes armados en moto o en carro, porque si a la fecha no hemos sentido a la autoridad, pues ahora menos cuando se multiplicarán los problemas a nuestra ciudad y una fotografía de un evento con los interesados en la apertura fronteriza, no es el sentir de los demás ciudadanos y eso debe medirse estadísticamente y por lo expuesto, considero: ¿Para qué esperar al 1 de diciembre si nada va a mejorar?. ¡Háganle de una!
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