Los esfuerzos para aplicar la vacuna contra la COVID-19 son prioritarios en muchos lugares del mundo para lograr contener con esta medida el avance de la pandemia que registra el tercer pico. Lo primero ha sido convencer de las bondades que otorgan las vacunas disponibles, el segundo objetivo es lograr el mayor número de personas inmunizadas de todas las edades y condiciones.
En Israel están vacunados la mayor parte de sus habitantes y en Colombia con los tropiezos propios que ha tenido esta tarea ya se logró vacunar a la mayor parte de quienes hacen parte del equipo de salud y las personas de la tercera edad. En ambos casos los resultados han sido positivos con relación a la disminución de contagios y en caso de haber ocurrido se presenta la enfermedad con menor gravedad.
Entre nosotros ya se inició la vacunación para los mayores de 60 años y el Ministerio de Salud hace oficial el anuncio que en junio los adultos entre 40 y 50 años ya estarán en los listados de candidatos a recibir la vacuna. Mientras tanto en los países con mayor capacidad económica, tal como Francia, está próxima a abrir un plan generalizado de vacunación para mayores de 18 años.
En los Estados Unidos sobran las vacunas según cálculos de la disponibilidad actual y el gobierno de Joe Biden se ha enfrascado en una campaña que busca hacer un amplio cubrimiento de su población. Los diferentes estados también se han unido a la iniciativa, así por ejemplo en Nueva York hay campañas como esta “Paren y pónganse una vacuna, y si se ponen una vacuna, se llevarán un ticket gratis para un partido de los Yankees o Mets. Y la próxima vez que vayan a un partido, pueden disfrutar sentándose junto a un amigo o familiar, que para mí es gran parte del disfrute del juego. A eso lo llamamos un ‘home run’ en Nueva York”; estas son palabras del gobernador en un anuncio promocional.
Aquí no hemos llegado a esos niveles, pero el listado de los elegibles es cada vez mayor y se sabe de la importación de un mayor número de vacunas. También se han puesto en marcha investigaciones en laboratorios nacionales que intentarán en un plazo de un año producir las vacunas para el consumo interno, lo cual también es digno de destacar.
Mientras tanto las marchas urbanas para protestar contra una y otra reforma tienen como punto común la aglomeración y pocas medidas de protección, lo cual genera preocupación porque estamos en una situación crítica y el número de infectados puede crecer sobre todo en la población más joven, lo cual es distinto a lo visto en los anteriores picos cuando los adultos mayores aportaron el número más alto de enfermos. El llamado a quienes participan en las manifestaciones callejeras es que incrementen su autocuidado para evitar el contagio porque el virus está ahí, no se ha marchado.
En resumen, la vacunación demuestra su efecto positivo, tal como se esperaba. Es urgente que se avance en la cobertura y tengamos pronto inmunizada a la mayor parte de los colombianos para respirar con tranquilidad.
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