De toda la vida hemos conocido que el embarazo es un proceso que tarda 9 meses al final del cual nace una criatura, pero como la política en Colombia da para todo, los 3 meses que tiene el gobernador William Villamizar, por ley para definir si está o no incurso en una unhabilidad sobreviviniente, manifestarla a su superior, y la posibilidad que pueda ser retirado del cargo, y con ello, que de este parto no de 9 sino de 3 meses, nazca no una criatura sino 3, que conformarían una terna que lo puedan reemplazar en su cargo, es una posibilidad política alta que podría darse. En nuestro país en política, con nuestras reglas de juego, todo es posible. Hay antecedentes como el caso del alcalde de Ibagué, que perdió su alcaldía por una situación similar.
El enredo de la interpretación de lo que pueda suceder en los próximos meses con la gobernación, está en una norma del estatuto anticorrupción, que como muchas de nuestras leyes, no quedó bien redactada. La norma establece que quien hubiere sido nombrado o posesionado en un cargo público, y en su desempeño, sobreviniere una inhabilidad, deberá advertirlo dentro de los 3 meses siguientes a la autoridad, subsanarla si es del caso, o de lo contrario, deberá ser desvinculado del cargo.
El lío comienza, y entiendo que es la defensa de William, que una norma bien redactada hubiere expresado puntualmente “quien hubiere sido nombrado o elegido”, y por ello su defensa dirá de aquí en adelante que la ley habla del nombrado y no del elegido. Luego como el gobernador pensará, argumentará y se defenderá diciendo que a él no le aplica esa norma, transcurrirán 3 meses sin que nada pase, y a partir de ahí, vendrá una guerra jurídica que puede ser parecida a la de los Mil días. Como coincide con el mes de diciembre, este final de año promete ser bien movido.
Aquí en Colombia, no la pasamos en estas discusiones gran parte de nuestras vidas. Los cuatro años de Donamaris fueron mucho de eso, y por ello tuvimos una alcaldía en la que el mandatario cuando se levantaba estaba más pendiente de su proceso en el Consejo de Estado, que en preguntar como iba la ejecución del plan de desarrollo de la ciudad.
En este caso vamos un poco para lo mismo. La diferencia es que ahora se trata del departamento. En esta semana el país vivió dos de estos capítulos, como si la vida en este país fuera una larga e interminable novela cuando se trata de asuntos políticos y en la que los políticos, parecerieran que fueran actores.
La primera novela, la nulidad de la sanción de destitución a Piedad Córdoba por parte del procurador, y la segunda, más entretenida y apasionante –muchas de estas pasiones hasta prohibidas otra vez por Ordoñez–, la cartilla de la Ministra Gina Parody, a quien le han dicho de todo por tratar de defender sus fiestas de género.
Eso somos, en política, en nuestras vidas; por ello es que por estos días escuchaba una conferencia de uno de los grandes intelectuales de nuestro país, Conrado Zuluaga, quien hablaba de las influencias de Faulkner en la escritura de García Márquez, y expresaba que ese escritor norteamericano que vivió en el sur de los Estados Unidos en momentos de esclavitud, decía que para escribir, él no necesitaba narrar historias de París o Londres; que con lo que sucedía en el sur de USA era suficiente. Eso sería aplicable a nosotros, con todas estas historias que se suceden a diario en Cúcuta, sería suficiente para escribir buenas novelas.