Falta apenas una semana para que Donald Trump tome posesión como presidente de Estados Unidos, país considerado como la primera potencia del mundo, con una población de 325 millones de habitantes, un PIB de 17.5 billones de dólares, una inflación del 2 por ciento y una tasa de desempleo de 4.9 por ciento. Por las declaraciones, lo prometido en su campaña, los nombramientos de los funcionarios que harán parte de su gabinete y su actitud en la primera rueda de prensa como presidente elegido, se han generado expectativas encontradas.
Trump ha manifestado no estar de acuerdo con el calentamiento global por considerar que es un invento chino para crearle problemas a Estados Unidos y, por tanto, no se adherirá al Acuerdo de Paris, cuyo fin es frenar las emisiones de gases del efecto invernadero. Sin embargo, en sus últimas intervenciones ha cedido un poco sobre este delicado tema.
Además, se ha comprometido a crear más puestos de empleo durante su mandato que sus antecesores y, para que no quede duda, asegura que será el mayor productor de empleo que Dios ha creado. Pero este compromiso ha generado incertidumbre entre los mejicanos, pues la estrategia de mayor peso para cumplirlo se basa en duras medidas contra el país azteca. Entre las acciones anunciadas están las de hacer que muchas empresas estadounidenses que han trasladado sus fábricas al país vecino, por los bajos costos de producción y estímulos gubernamentales como bajos impuestos, retornen a Estados Unidos. Habrá un impuesto fronterizo para el ingreso de los productos de las empresas que no acaten esta orden.
Como si lo anterior fuera poco, Méjico deberá pagar la construcción de los 3.200 kilómetros de longitud del famoso muro con un costo estimado entre 8.000 y 12.000 millones de dólares. De no hacerlo, las remesas que millones de mejicanos envían desde Estados Unidos a su país serán intervenidas. En la rueda de prensa del pasado miércoles Donald anticipó que tan pronto asuma el poder iniciará la construcción del muro cuyos costos pagará luego Méjico.
Esta incertidumbre ha traído a la memoria la célebre frase del expresidente Porfirio Díaz “Pobre Méjico tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos” y con la cual inicia el autor mejicano Carlos Fuentes su libro “Gringo Viejo”, publicado en 1985 y en el que describe la tensión con que vivían los mejicanos la relación entre su país y Estados Unido. Los ciclos se repiten.
Donald Trump, quien llega a la presidencia a los 70 años, además de ser multimillonario, promotor inmobiliario, político y presentador de reality shows, ha escrito libros como El León del circo y Los Secretos del éxito. He leído, “Queremos que seas Millonario”, escrito junto con Robert Kiyosaki.