Amables Lectores: cuando este artículo salga a la luz pública, ya han pasado las elecciones de Senado y Cámara con la escogencia de candidatos para la Presidencia de la República de las diversas consultas. Vale la pena hacernos las siguientes reflexiones: ¿han escuchado algún candidato hablar sobre alguna fórmula para enfrentar la enfermedad crónica más grave que pueda sufrir una sociedad como es la inflación? La respuesta es un no rotundo porque desde hace varias elecciones el éxito obtenido en las mismas no depende de las ideas aportadas en beneficio del elector sino del volumen de dinero destinado a la compra de votos, que en gran parte queda en manos de los llamados capitanes y solo migajas llegan a la gente del común.
En los últimos meses la inflación se ha venido incrementando en todo el mundo. Como algunas de las razones que producen ese desastre en la economía se puede citar el notable crecimiento de la demanda dentro de una recuperación económica, las dificultades en las cadenas de suministro que ha generado restricciones en la oferta de contenedores que son elementos indispensables para el transporte de materias primas que ha originado un elevado costo en los fletes.
Hernando José Gómez en su columna comenta que en Colombia la inflación bordeó el 6,9% en buena parte asociada a la inflación de alimentos cercana en enero al 19,9%. Esto golpea de manera especial a la población de menores ingresos donde los alimentos representan el 23% de su canasta de bienes y servicios.
En el complejo panorama internacional de la posible guerra Rusia – Ucrania, esta última unida con la OTAN, las expectativas inflacionarias pueden aumentar y, por tanto, es necesario frenarlas. El Banco de la República juega un papel clave en esta acción. Los incrementos adicionales de la tasa de interés deben estar muy bien calibrados para mantener los flujos de capital requeridos por el país y evitar excesos que pudiesen golpear la demanda. El Gobierno como actor debe llevar a cabo la anunciada reducción de aranceles a un número importante de insumos y productos agrícolas. Esta reducción debería ser permanente y simultáneamente avanzar en la simplificación de los trámites aduaneros y en el desmonte de protecciones no arancelarias que solo afectan a los consumidores.
Las políticas expuestas someramente son las que se deben poner en práctica y no los controles de precio que solo generan escasez al país. Algunos expertos opinan que para disminuir en Colombia el efecto inflacionario producido por la disparada de los precios del petróleo, se debería destinar cada dólar que se reciba en exceso por este incremento en asegurar la suficiencia alimentaria y así controlar la inflación. Señores políticos, ¿ustedes que opinan? Queremos oírlos porque no hay una fórmula clara para frenar la inflación. El Banco de la República, como el Gobierno Nacional, deben seguir con sus acciones para buscar que el deterioro en el poder adquisitivo de los colombianos se detenga y disminuir las consecuencias en los hogares más pobres.