Con todo lo que ha sucedido en estos días en Colombia que trata de encontrar una salida probable a sus problemas, la respuesta aquí ya no la tiene un politólogo, ni un abogado constitucionalista, ni siquiera los magos de García Márquez, mucho menos el partido liberal o conservador; Uribe tampoco tiene la respuesta y menos Petro: aquí el único profesional probable de dar una respuesta de lo que sucede en Colombia es un psiquiatra, eso sí, que no sea nuevamente Luis Carlos Restrepo quien trató de hacerlo y ahora anda huyendo por el mundo. Lo que hizo Santrich es una soberana estupidez. Que una de las personas que firmó los acuerdos de paz en La Habana, que por derecho propio tenía ya una curul ganada en el congreso, simultáneamente esté negociando el envío de 10 toneladas de cocaína con el cartel de Sinaloa, es el mayor insulto que hayamos recibido todos los colombianos en muchos años. Es una bofetada de las Farc a los colombianos, a las madres y familias a quienes sus hijos se los llevó la guerra.
Lo que ha aparecido sobre los malos manejos de los recursos internacionales para la paz, es una vergüenza mundial. Apenas podemos imaginar a representantes de países como Noruega, Suiza y Alemania que comprometieron de buena fe recursos y ayuda para la paz en Colombia, y ahora reciben con perplejidad que tratamos de robarlos.
Como si con ello no fueran suficientes nuestros males, la muerte de los periodistas ecuatorianos por una disidencia de las Farc, deja al otro lado de la frontera una frustración y un desconcierto de un país que no sabe cómo proteger su frontera. Escuchaba por estos días el relato de unos periodistas ecuatorianos que expresaban que después de una reunión con colegas colombianos para analizar el secuestro de sus compañeros, señalaban lo que más los había sorprendido, era cierto nivel de insensibilidad de los nuestros por lo que estaba sucediendo. Para ellos esas imágenes del secuestro, las cadenas, las humillaciones, no las conocen y por eso quedan sorprendidos.
En ese contexto, Colombia que ya necesita es un psiquiatra para que la entienda, sigue en su actividad para encontrar el presidente que a partir del 7 de agosto dirigirá nuestros destinos. El gran interrogante electoral que tiene el país por estos días es saber cuáles de los pasarán a la segunda vuelta. En el entendido de que Duque pasa sin problemas a la segunda vuelta, la gran apuesta es hasta donde le alcanza la gasolina a Vargas Lleras. Es decir, si el poder de las maquinarias lo llevan a la segunda vuelta. El gran problema de estas últimas es que no tienen dinero. De hecho entendí que el senador Edgar Díaz había expresado que para hacer campaña por estos días, no contaba con recursos, algo entendible después de terminar unas elecciones. Ahí puede estar el gran problema de Vargas Lleras para llegar a la segunda vuelta.
Esta última realidad, y a pesar de que subió unos puntos en las encuestas, lo cierto es que hoy Vargas Lleras no tiene para nada asegurado lograr sobrepasar a Petro y llegar a la segunda vuelta. Es decir, probablemente después del 27 de mayo nos preparamos para 20 días de una polarización sin antecedentes entre la derecha y la izquierda. Y en ese escenario, después de lo de Santrich, ¿qué va a pasar con el proceso de paz? la respuesta de las Farc de que es un montaje del gobierno y la DEA, es una respuesta estúpida. Que lamentable que las Farc, después de un difícil proceso de reconciliación, que les había permitido llegar al congreso sin pagar un día de cárcel, haya continuado sus vínculos con los carteles de Méjico. Como ven, la consulta al psiquiatra sobre el estado actual del país y su futuro, para nada será diagnostico fácil.
PD. Juan Pablo Dávila fue un barranquillero que hace muchos años llegó a Cúcuta. Era un hombre sincero y buen amigo. Paz en su tumba.