Recientemente llegó a Netflix la película mexicana “La Gran Seducción”, el segundo remake de un filme canadiense de 2003. Además de ser una bonita oportunidad de reír un rato en familia, deja un poderoso mensaje: las ciudades que coordinan esfuerzos para promover la llegada de inversión son las que progresan.
La historia presenta lo que hacen los 120 habitantes de una población mexicana venida a menos, Santa María del Mar, para que un médico citadino decida quedarse a vivir allí. Contar con un galeno es el requisito sine qua non establecido por una empresa que proyecta abrir operación en ese paraje. Este hecho será determinante para devolverle la vida a unos pobladores cuyo único ingreso mensual es una ayuda del gobierno, evitando que otros sigan buscando nuevos rumbos y generando un incentivo adicional para que regresen quienes ya se han ido.
En Santa María del Mar todos se ponen la camiseta. La misma camiseta. Averiguan los gustos del nuevo médico y tratan de adoptarlos, se coordinan para que tenga éxito en sus iniciativas, lo integran en la comunidad y hasta le buscan novia. Ellos tienen una meta. Saben que la seducción del foráneo es el camino para alcanzarla.
Lo que debemos hacer
Así como en Santa María del Mar, las personas y las instituciones de las ciudades deben unirse en torno a este propósito. Si bien en el país existen Procolombia, cámaras de comercio y agencias de inversión locales (como Invest in Cúcuta), el trabajo no es solo de ellos. Contar con personal calificado para las empresas que planeen llegar, ofrecer espacios seguros y bien planificados urbanísticamente, disponer de regulación que incentive su permanencia, entregar la mejor información posible del clima de los negocios y garantizar la prestación permanente de servicios públicos son solo requisitos mínimos.
También existen estándares como la actualización anual de guías de inversión (ojalá con versión en inglés), las cuales den cuenta del entorno nacional y las características idiosincráticas de la región. Desde la perspectiva local deberían estar consignados los asuntos tributarios, aduaneros (zonas francas), ambientales, de registro mercantil, de desarrollo de infraestructura pública y la agenda de Asociaciones Público Privadas de las autoridades municipales y departamentales. Todo forma parte de una seducción promotora del desarrollo.
Infortunadamente, los colombianos no siempre atinamos a la hora de seducir a inversionistas. Varios hechos lo demuestran. Por ejemplo, algunas universidades están concentradas más en apoyar políticos que en ofrecer programas pertinentes, fallamos a la hora de planificar urbanísticamente el desarrollo de ciudades y regiones, la seguridad retrocede a otras décadas de nuestra historia, cambiamos constantemente las reglas de juego tributarias, la corrupción está presente en algunos contratos, discutimos reformas anti empresa y, por si fuera poco, no siempre los alcaldes y gobernadores juegan el partido con la misma camiseta. ¿Así quién pensará seriamente en invertir o en quedarse?
Ojalá que los aspirantes a llegar posiciones de liderazgo a nivel local se vean la película, tomen el ejemplo de Santa María del Mar y decidan aportar un grano de arena en la generación de oportunidades. Los ciudadanos seremos los más agradecidos.
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