Pasado más de un año del actual gobierno, sigo sin entender los pronunciamientos de algunos de sus ministros, puesto que pareciera que sus declaraciones no tuvieran el consentimiento del Presidente de la República y en parte es explicable puesto que cuando se presenta alguna tormenta o escándalo que afecte la imagen institucional, aparece un alfil que habilidosamente lanza un globo para desviar con facilidad la atención ciudadana a determinada propuesta.

En esta oportunidad, el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, lanzó su opinión frente a la posibilidad de eliminar el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito, SOAT, que entre otras cosas debiera llamarse únicamente Seguro Oportuno de Accidentes, SOA puesto que para nadie es un secreto que muchas situaciones caseras en donde hay personas que sufren fracturas principalmente, son llevadas a los centros hospitalarios que gustosamente los reciben y atienden a las mil maravillas.

De igual manera, es preciso comentar que una de las decisiones adoptadas para ampliar el número de asegurados, consistió en una significativa rebaja del costo del mismo, siendo las motocicletas, el sector vehicular que recibió el gigante beneficio, pensando el gobierno  con dicha decisión, crecería significativamente la cultura de su adquisición, pero el asunto no fue así porque ahora son mucho menos el número de conductores que adquieren el documento y la razón es muy sencilla: no es obligatorio porque la autoridad no lo exige.

El mismo ministro decía que si una persona sufría un infarto, no existían ambulancias para su traslado y en cambio, cuando veíamos entre tres y cinco ambulancias dirigirse al mismo sitio, no era porque había una tragedia múltiple en materia de movilidad, sino que un motero, había sufrido algunas raspaduras.

Tan solo recordemos la situación por la que atravesó una humilde mujer, próxima a dar a luz, que vivía con su familia debajo del Puente Jorge Gaitán Durán,hecho documentado y publicado en el programa Los Informantes el año pasado. Debido a que llegó la hora del nacimiento de la criatura, el parto debió ser asistido por dos maravillosos policiales, que pese a sus esfuerzos para obtener la presencia de una ambulancia y pasadas varias horas del llamado de la autoridad por todos sus canales, no fue posible que llegara, situación que obligó a los uniformados a transportar tanto a la madre como al recién nacido en un vehículo de la institución a un lugar en donde pudieran recibir la atención complementaria posparto.

Retomando lo comentado por el funcionario, en los próximos días saldrá un informe que de seguro soporta documentalmente lo que es un secreto a voces y no es otra cosa que el mal uso que ha tenido por algunas centros de salud y varias empresas propietarias de ambulancias que sin enrojecerse, instruyen al personal para que recojan en la camilla a la persona que ha sufrido un accidente así solo se trate de un rasponazo, en el entendido que todo sucede en segundos y muchas veces la persona que es transportada no tiene ni idea de lo que está sucediendo. 

Por esas y otras razones de orden financiero, la propuesta de eliminar el SOAT no es tan loca y en cambio tiene mucho de cierto, porque su mal uso ha enriquecido a habilidosos empresarios y en cuanto al seguro, de obligatorio no tiene nada y es muy probable que todo quede igual, es decir, un permanente desangre de los recursos destinados a la salud. 

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