Ante la interminable refriega entre diversas corrientes de opinión, el colombiano de a pie se encuentra desorientado porque no llega a saber cuál es la verdad de los hechos que se suceden de manera vertiginosa, y que se presentan con tan diferentes interpretaciones.
En el pasado, las afirmaciones del Presidente de la República, si bien podíancriticarse, generalmente no se desmentían fácilmente porque sus intervenciones oficiales casi siempre se basaban en cifras y datos de público conocimiento. En la Constitución Política se consagró el derecho de réplica para que los voceros de la oposición pudieran controvertir con argumentos lo afirmado por el Mandatario.
Igualmente, las controversias políticas tenían escenarios como el Congreso y los otros cuerpos colegiados de elección popular, y la prensa tenía fuentes abiertas para informar o emitir opiniones.
Hoy, el avance de la tecnología informática ha producido el fenómeno de las “redes sociales”que son una fuente de información donde las aseveraciones no exigen ninguna comprobación, y las réplicas y contrarréplicas las convierten en grescas apasionadas que menoscaban su credibilidad.
Y se llega al extremo de que altos funcionarios optan por expresar sus opiniones en forma ligera a través de las redes, de suerte que cualquiera las controvierte o las rechaza con igual ligereza, muchas veces en términos desobligantes.
Mas, esto no es lo más preocupante. Desconciertanlos actos del gobierno en los que se busca exacerbar el odio de clases; entorpecer el desarrollo regional en los sitios donde los elegidos no son de la corriente gobernante; desestimar la independencia del poder judicial por motivos ocultos, y saltarse las normas que obligan a un gastoordenado de los dineros públicos.
Pero, lo más agobiante es la violencia que afecta a campos y ciudades donde las guerrillas y las bandas criminales se enseñorean ante la pasividad de las fuerzas del orden. Este fenómeno ha empobrecido a numerosas poblaciones, ha forzado el desplazamiento de comunidades enteras, ha afectado gravemente a comerciantes de todos los niveles, y ha creado un clima nacional de miedo y desconfianza. Lo anterior no puede soslayarse con estrategias para desviar la atención de la grave situación que padece Colombia.
Apenas con un poco de perspicacia surgen dudas sobre hechos insólitos ocurridos recientemente:
Cómo se entiende que el Ministerio de Hacienda haya cometido el supuesto error de pagar a innumerables funcionarios 3 veces el valor de sus sueldos mensuales, y no se hubiera revertido el pago a todos como se hizo con algunos. Se informa que a la fecha no se han devuelto a la nación siete mil millones de pesos.
El escándalo que ha generado la expedición del decreto de liquidación del presupuesto de 2024 que, según se informa, altera las disposiciones aprobadas por el Congreso Nacional y pone en peligro grandes inversiones en infraestructura, no tiene precedentes en Colombia. Esto debió originar la renuncia del anterior director del Departamento de Planeación Nacional, Jorge Iván González, funcionario de reconocida preparación y experiencia en el servicio público. Algo no anda bien en el manejo de los dineros públicos.
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