Son las medidas que han tomado los distintos gobiernos a nivel mundial con motivo de la pandemia de COVID-19 que azota a la humanidad. Y los medios de comunicación las repiten insistentemente como medida para contener esta peligrosa enfermedad.
Para las personas pudientes que cuentan con buenos ahorros, para los empleados que pueden trabajar desde sus casas, los alumnos de escuelas, colegios y universidades que pueden seguir con las clases virtuales, los independientes que pueden hacer lo mismo, los pensionados, no tendrían inconveniente, a pesar del aburrimiento que genera un confinamiento en sus casas. Pero para quienes viven del día a día, los profesionales independientes y emprendedores que dependen de los ingresos que reciben por la labor fuera de sus casas, la situación es muy grave; y más grave aún para los informales, los indigentes, los inmigrantes, los desempleados y todos aquellos que no van a tener con qué comprar sus alimentos si se extiende la cuarentena, porque no se van a quedar en sus casas pacientemente esperando que ellos y sus hijos mueran de hambre.
Si el gobierno nacional, el seccional y el local, aparte de repartir el mensaje a diestra y siniestra de que nos quedemos en nuestras casas, no adoptan efectivas medidas para hacerles llegar alimentos a estos últimos sectores, la situación empeorará con consecuencias inimaginables. Y si no se adelantan efectivas acciones para detectar y aislar a tiempo a los enfermos del virus, igualmente.
Entendemos que en este esfuerzo debemos colaborar todos atendiendo responsablemente las instrucciones de nuestras autoridades; y que los sectores productivos de la región se solidaricen efectivamente aportando mercados para los necesitados, y en forma individual las personas con recursos ayuden a los amigos y vecinos que carezcan de estos para que nos les falte, como dice el ´padrenuestro´ el pan de cada día durante esta dura crisis sanitaria.
Que los funcionarios públicos y los políticos no se confinen por temor al contagio, sería tanto como si los médicos, los policías, los proveedores de la cadena de abastecimiento alimentaria, los domiciliarios, los de las farmacias y los demás actores de los servicios esenciales lo hicieran.
Los secretarios de despacho, alcaldes y el gobernador deben estar frente al cañón, evaluando permanentemente sobre el terreno la situación para la toma oportuna de las decisiones que se requieran.
No esperemos que empiecen los saqueos a los expendios de alimentos, ni las protestas públicas exigiendo comida, tampoco que se incremente el índice de desempleados por la urgencia de los empresarios de despedir personal por la iliquidez para pagar sus nóminas, pues en esta como en todas las crisis además de solidarios hay que ser preventivos.