Los medios de comunicación nacionales y de provincia, oficialistas y opositores, divulgaron todo el pasado fin de semana el cónclave del gobierno nacional para hacerle ajustes al gabinete ministerial. De entrada, se sabe que no es para escoger los mejores, es decir, los entendidos en las diferentes materias complejas que maneja la administración pública, con mayor razón a nivel nacional.
Ese ajuste no es cualitativo sino meramente burocrático, con el ojo puesto en la próxima legislatura, donde con puestos públicosy burocracia se garantiza la aprobación de leyes o se acelera el trámite de las mismas.
Aquello que aprendimos en los primeros años de la carrera de Derecho, en el sentido de diferenciar entre Constituciones rígidas y flexibles, ya no existe. La mejor prueba nos la dio el gobierno anterior al actual, donde, en nombre de la paz, se tramitaron actos legislativos que desde La Habana los negociadores de la contraparte del gobierno nacional rechazaban porque no les gustaba el articulado y, entonces, “tramitemos otro”, decían en el Gobierno.
Efectivamente, lo tramitaban con facilidad asombrosa, burlándose de la diosa Temis, quien tiene los ojos vendados no sólo para impartir justicia salomónica al final del juicio sino para velar que se cumplan los procedimientos previamente establecidos. Todo se logra con canonjías.
Así las cosas, con la legislatura que se avecina no sabe uno “si temor o espanto sentir o padecer” con proyectos tan sensibles como la reforma a la ley estatutaria de la salud, ¡Oye bien!, ley estatutaria, que conlleva debates más álgidos y delicados en el Congreso; la reforma laboral, tan sensible que es categorizado como derecho social; la jurisdicción agraria, otro tema de nunca acabar, y que ya hubo algún respiro empresarial y popular porque se le retiraron los artículos de la expropiación exprés y la condescendencia con las famosas invasiones.
Con seguridad volverá a aparecer el fantasma de la reforma tributaria, eufemísticamente denominada ley de financiamiento, a pesar de que el gobierno nacional ya expidió el presupuesto de 2025 desprendiéndose de estos recursos.
Seguramente también se discutirá Ley de Competencias del Sistema General de Participaciones (SGP). Otro proyecto: la reforma política. Dicen los entendidos que su trámite será difícil porque estamos en año preelectoral y a ningún político le gusta que le cambien las reglas de juego sobre la marcha. El proyecto sobre transfuguismo, que permitiría que los políticos se puedan cambiar de partido sin ser sancionados, también pasará al tablero.
Este año es preelectoral y seguramente las cosas empiezan a dificultársele al gobierno: hay renuncia de servidores públicos y eso implica que es como volver a empezar. El gobierno nacional seguramente logrará éxitos legislativos, pero son proyectos que aprobarán con “peluquiada” que no será de su agrado.
Así las cosas, es conveniente esperar que el príncipe recapacite y logre conformar un equipo ministerial con los mejores, para que enderece las cosas en este año y medio que le falta a su administración y tenga algo que mostrar al finalizar su periodo, porque el famoso “Cambio” y “La paz total” quedaron en veremos.
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