No pretendo en este artículo sumarme a las disquisiciones económicas acerca de la conveniencia o no, del Acto Legislativo que el Congreso de la República acaba de aprobar y que modifica los artículos 356 y 357 de nuestra Constitución Política, sobre el Sistema General de Participaciones, SGP.
Por años he seguido desde la Academia y los cargos públicos que he desempeñado, el tema del Ordenamiento Territorial. Pero, ¡ah lucha! la que le ha costado al país que se mire a las regiones y se busque ordenar su territorio en todo lo que esto conlleva. Debieron pasar veinte años, por ejemplo, para que, desde la promulgación de la Constitución de 1991, se expidiera la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, 1421 de 2011.
En 2016, bajo mi administración en la Dirección General del IGAC, se diseñó la Política Pública de Catastro Multipropósito, aprobada mediante CONPES 3859, conjuntamente con el DNP y otras entidades, que busca identificar la realidad de los predios urbanos y especialmente rurales de Colombia, para que las entidades territoriales puedan, entre otros, acceder a recursos provenientes del impuesto predial.
No se necesita ser un erudito en tierras o en economía para darnos cuenta que la almendra del centralismo radica ahí, en la egoísta y codiciosa manera como los gobiernos centrales acaparan los recursos para pagar sus maniobras políticas.
Y hoy, por fin, cuando ese viejo anhelo de hacer partícipe a las regiones de los recursos nacionales en una proporción mayor se ha logrado, pasando de un 25% de los ingresos corrientes de la Nación a un 39,5%, “el partido de los economistas”, como los llama el periodista Alberto Casas Santamaría, despliega con fiereza sus argumentos intentando hacer abortar la iniciativa que, por fortuna, acaba de dar su primer gran paso con la aprobación definitiva del Acto Legislativo, por el Congreso.
Esto, me hizo recordar una anécdota de Paul Samuelson, premio Nobel de Economía, refiriéndose al presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, cuando exclamó: “denme un economista tuerto que solo vea un lado de las cosas”; ya que éste no lograba discernir sobre las decisiones que debía tomar, por las distintas visiones que le daban sus economistas; a lo que Samuelson apuntó, que el asunto era saber “por cuál ojo bueno miran: si por el derecho o por el izquierdo.”
Este debate, ha mostrado la gran cantidad de economistas tuertos que tenemos, que solo ven cifras, estadísticas y desconfían de la capacidad de resiliencia de nuestra economía y las necesidades de las regiones. Olvidan que hemos demostrado cómo salir de las crisis que hemos vivido.
Durante la llamada crisis de “fin de siglo” vivida entre 1998 y el 2002, el PIB nacional se contrajo en un 4,2%; la más alta del siglo XX. Esta, tan solo superada en 2020, por la situación de la Pandemia. Pero ya, en 2021 tuvimos una gran recuperación. Este único ejemplo para evitar la relación de situaciones que, desde el crack de 1929, hemos vivido por las crisis mundiales y domésticas.
Debemos decir SÍ, con letras mayúsculas a la reforma del Sistema General de Participaciones. Este país de reformas y contrareformas, debe soltar las amarras, con las precauciones que establezca la Ley, para que los recursos lleguen a las regiones y poder superar, sus atávicas pobrezas.
Y, que bueno, así le endilguen a nuestro coterráneo Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, que el impulso que dio al Acto Legislativo obedece a intereses políticos personales. Por cierto, este país ya le debe a Cristo, la aprobación de dos grandes iniciativas: la Ley de Victimas y esta reforma al SGP.
Dependerá de nosotros los ciudadanos y de los órganos de control, que estos recursos lleguen a donde deben llegar y no a las manos de gobernantes corruptos.
De nosotros dependerá saber elegir, para no poner a los ratones a cuidar el queso.
