Todos, absolutamente todos aquí en la región, queremos que el aparato de la justicia en materia penal sea ágil, en todas sus etapas hasta la sentencia. Pero hoy todo su camino se adorna de acciones y omisiones incomprensibles, sorprendentes que conducen al regreso de la barbarie, a la ley del talión cotidianamente, en estas calles de Dios, en las de todos los municipios y veredas, o a la impunidad total que garantiza el mismo régimen.
En estos últimos tiempos en la región, nos ha dejado conocer una celeridad sospechosa, en esa primera etapa de la acción la Fiscalía General de la Nación, y su dirección Regional, que investiga los delitos, califica los procesos y acusa ante los jueces y tribunales competentes a los presuntos infractores de la ley penal. Nos parece bien la agilidad que le ha dado a los casos de las alcaldesas de Sardinata y Ocaña, solo que nos asalta la inquietud del manejo de su caja de cambios y sus velocidades.
Todas las acciones iniciadas ante la Fiscalía Regional, deberían tener un ritual igual. En su iniciación toda la acción debería tener el mismo cambio de fuerza que comúnmente llamamos: “La Primera”. Sí, todas las acciones tipificadas en el estatuto penal deben mantener la misa fuerza. Toda acción delictiva es reprochable y luego en la medida del recaudo probatorio mantenerse con igual fuerza hasta entregar su esfuerzo ante los jueces de la República. Las velocidades intermedias, solo se utilizan cuando el cambio inicial de mayor de fuerza ha despejado el camino y las etapas fluyen con el recaudo probatorio.
La otra velocidad, es la expresión de la sabiduría, “La reversa”, corrigiendo con humildad los errores y los desaciertos. Es tan valiosa esta velocidad como la primera.
Pero sucede que en la región, las acciones penales iniciadas, ni tienen la fuerza inicial igual, ni las siguientes fluyen y lo más grave a veces no llega a los jueces, o en las velocidades intermedias se engaveta, se “desengranan” dicen los mecánicos y así se desvanecen hasta lograr la impunidad.
Pero sucede, que aquí en la región que no aparece en todos los procesos esa fuerza inicial grande, ni fluye la actividad probatoria de las velocidades intermedias, porque aparece muy seguidas veces cierta discriminación. Según los intereses claro está.
Desearíamos que en los granes proceso de corrupción aparecieran la gran fuerza inicial y fluyeran las siguientes. Lo digo con la autoridad que me da haber intervenido en algunos, en lo que los protagonistas son aforados para ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia y ahí están engavetados, ni siquiera han calificada tal competencia para su envío. Y obviamente ante la celeridad de los casos de Sardinata y Ocaña, nos preguntamos, ¿Bajo cal santo no “sombríamos”?
Un día el ex vice fiscal Perdomo vino a Cúcuta en nuestra ayuda. Nos concentró en la antigua sede de Coca-Cola por cuatro horas, de ello ha pasado tres años y duerme en el sueño de la impunidad. Esas acciones no estuvieron en “Primera”!