Hoy finalizamos agosto, lo que quiere decir que dentro de cuatro meses -el tiempo pasa volando- estaremos finalizando el año. A esta hora estaremos el 31 de diciembre pensando en la ropita que estrenaremos esa noche, y el trago que jartaremos y la pólvora y la cena. Seguramente esa noche saldremos a la esquina a ver quemar el año viejo, algún muñeco con cara de Petro, al que hay que meterle candela por los cuatro costados.
Cuatro meses nos separan de un nuevo año, en el que haremos promesas y juramentos y propósitos, de esos que nunca cumplimos, pero que repetimos año tras año, en medio de abrazos y besos olorosos a aguardiente.
Se nos fue agosto, un mes de calores elevados a su máxima potencia, de vientos que algo alivian el ambiente, de pocas cometas y de inicio de campaña. Y nos llega septiembre, con grandes expectativas.
Por una parte, ya comienza la Fiesta del Libro, que organizan Julio García-Herreros y Tania Manzano, los papaupas de esta Feria, cuya fama ya es nacional e internacional.
La primera semana de septiembre se llenará de libros, revistas, cartillas y folletos en la Biblioteca departamental, y habrá lanzamientos de nuevas obras literarias y no literarias, se dictarán charlas y charlitas, talleres y tallercitos, y llegarán los niños y llegarán los viejos, y los poetas darán recitales y los músicos ofrecerán conciertos, y Cúcuta será una fiesta.
Como puede verse, la de Cúcuta no es una feria cualquiera de libros, donde se venden y se regalan libros. No. Ésta es una fiesta, y a las fiestas se va es a gozar. Gozaremos, entonces, con poesías, talleres, conferencias y exposiciones. Debajo del mango nos sentaremos a disfrutar de su sombra refrescante y de los nuevos libros adquiridos. Unos entrarán y otros saldrán, sin distingos de sexo, color de piel, credo político o de religión. La fiesta será de todos y al que se duerma lo trasquilamos.
Pero pasará la Fiesta del libro, que dura una semana, y en seguida arrancamos con otra, no menos importante. La del Amor y la Amistad. O sea que septiembre es el mes de la gozadera, para satisfacción de nuestra querida vicepresidenta, que sueña con darnos una vida sabrosa.
Esta fiesta se llamaba hace unos años, EL Día de los novios. Pero los que no eran novios o los que ya lo habían sido se quedaban por fuera de la celebración. Entonces dijeron: Que se llame el Día del amor. Y así fue. Nada tan solemne y tan importante como el amor. Pero quedaban por fuera de la celebración aquellos que se querían un poquito, pero no tanto como para llamarlo amor. Entonces buscaron la solución sabia: Que se llame el Día del amor y de la Amistad. Y así nadie se quedó por fuera.
De manera que en esta fiesta hay para todos. Para los que se quieren mucho como los novios y los amantes. Los que se quieren un poquito como marido y mujer. Y los que se quieren casi nada como los yernos y las suegras. Para los amores secretos o prohibidos, se idearon aquello del amigo secreto.
Septiembre es un mes para amar y para dar y recibir. Dentro de la filosofía se la vida, son muchos los que dicen que es mejor recibir que dar. Y hasta razón tendrán. Como la tienen los que dicen que es mejor ganar que perder. O como Pambelé que pasó a la historia no por sus puños sino por su filosofía: Es mejor ser rico que ser pobre. ¡Bienvenido septiembre!