No hay tema que más apasione a los colombianos, y sobre el cual hoy lo que existe es una gran incertidumbre, que el de la elección presidencial. En ocasiones se sabía con mucho tiempo de antelación quien sería el presidente. Uribe al final de su mandato hizo todo para que Santos fuera presidente y desde luego que lo logró. Gaviria también le abrió el camino a Samper en su momento sin prever que detrás venía un gran elefante. Y claro, hace algunos años el tema de la sucesión presidencial era fácilmente predecible porque existía el frente nacional, y anticipadamente se sabía que el presidente sería liberal o conservador, y era tan predecible que las elecciones incluso perdían interés. Cuando en el 78 Turbay llegó a la presidencia todo era tan predecible, que con anticipación sabíamos con seguridad que no solo llegaría al palacio de San Carlos, sino que incluso se sabía que su gobierno sería malo, como en efecto sucedió. En el 89 el hijo de Galán, en la tumba de su padre, le entregó las banderas a Gaviria. Y así pasaron muchos años con nuestras elecciones, pero ahora Colombia y el mundo cambió, y ahora no sabemos quien sucederá a Santos.
Hace un año Vargas Lleras tenía asegurada la presidencia, pero ha cometido muchos errores que seguramente le van a costar su llegada a la Casa de Nariño. El primero fue haber tardado tanto en renunciar a la vicepresidencia. Quiso aprovechar hasta el último momento para inaugurar cualquier calle o polideportivo de un barrio, y tal como sucedió en estos días, llegó a Tumaco y los chiflidos y protestas no lo dejaron hablar. El tema de Odebrecht afecta a todos quien estén el gobierno. La gente está hastiada porque el dinero no le alcanza y ve como un sector de la clase política se enriquece. Otro gran error que cometió uno de los grandes delfines de la política colombiana fue el coscorrón que le pegó a su escolta. Esa imagen de soberbia le está costando mucho. En las encuestas sobre su favoritismo a la presidencia ha perdido más de 20 puntos en los últimos días, y eso lo debe tener con el genio volando, porque cada día que pasa ve como la presidencia que hace un año la tenía asegurada, se le está saliendo de las manos.
Hoy en día en el mundo no hay nada más impredecible que una elección presidencial. Eso sucedió con Trump, y ahora por ejemplo en Francia todo puede llegar a suceder con las elecciones que se avecinan. Las redes sociales han cambiado el mundo, la forma de comunicación de la gente y hasta la misma verdad. Es probable que el tema de la paz no sea el tema que defina la elección presidencial en el 2.018 y ahí por ejemplo, un hombre serio que se ha comprometido con el país como Humberto de la Calle no tenga nada asegurado en su llegada a la Casa de Nariño. Uribe tiene otra gran encrucijada en el día a día al tratar de encontrar el candidato más idóneo por el centro democrático.
Creo que como van las cosas del país, con ese pesimismo de la gente ante una economía que sigue frenada y el escándalo de Odebrecht que todos los días trae nuevos capítulos,
crean un estado de ánimo en el que el 2.018 se va a castigar con el voto desfavorable a todo lo que venga del gobierno, incluida a un gran sector de la clase política porque la gente ve que los partidos están muy lejos de responder a los problemas reales del país. Ese gran desencanto lo podría canalizar un aspirante como Sergio Fajardo a quien lo ven como un hombre independiente, no contaminado y quien desde la gobernación de su departamento ha logrado cosas importantes. Todo puede pasar. Nadie tiene a un año de las elecciones nada asegurado, al punto que incluso podría llegar a suceder que quien suceda a Santos en la Casa de Nariño el próximo año, aún hoy ni siquiera sea candidato. Ese es el mundo de hoy.