Con la participación de representantes de 193 Estados y presidida por la ex canciller ecuatoriana, María Fernanda Espinosa G, se celebró en Nueva York la 73° Asamblea General de la ONU. Es la cuarta vez que una mujer preside la Asamblea y la primera que una Latinoamericana está al frente. Allí se discuten temas cruciales como la paz, la seguridad y cambio climático, entre otros. Como caso curioso las sesiones son presididas con el famoso “martillo de los dioses”, obsequiado por Islandia, país con la democracia más antigua del mundo.
Entre las cosas para destacar está la llegada del presidente Trump 10 minutos más tarde de la hora fijada para su intervención, lo que obligó a modificar el programa. Esto ha servido para que los medios de comunicación nos recuerden los diferentes casos en que el mandatario estadounidense ha llegado tarde. En su reciente visita al Reino Unido llegó 10 minutos después de la hora fijada, obligando a la reina Isabel II, de 92 años, a esperarlo al lado de una silla vacía y, para rematar, no tuvo la cortesía de inclinarse al darle la mano. Cómo olvidar que Trump llegó 17 minutos después de iniciada la Cumbre del G7 celebrada en Canadá el 18 de junio, lo que provocó que el primer ministro Justin Trudeau pidiera empezar sin esperar a los “rezagados”. Trump apareció en escena cuando el primer ministro estaba acabando su intervención.
Pero Trump no solo ha roto los protocolos de la exactitud del tiempo en los compromisos oficiales, sino en las actitudes con las personalidades en los encuentros a los que asiste. Al pasar revista a las tropas frente a la Guardia Real, Trump caminó por delante de la reina Isabel, le dio la espalda y casi la deja tirada. Como si fuera poco, posó arrogante en un sillón utilizado por Winston Churchill, despertando la furia de los ingleses.
En Trump encontramos la respuesta a la famosa pregunta del expresidente Darío Echandía: ¿El poder para qué? Pues basta escuchar sus intervenciones con frases amenazantes en los diferentes escenarios en que actúa. Así, en su intervención en la Asamblea de la ONU, recordó las advertencias a Irán, China y Venezuela y culpó de los altos precios del petróleo, que perjudican a Estados Unidos, al gobierno Iraní. Así mismo, mostró su rechazo a la globalización mientras defiende el proteccionismo.
Pero lo que hasta ahora el presidente Trump no había mostrado es la chispa del humor, hasta cuando en su intervención en la Asamblea resaltó los excelentes resultados de su gobierno, en donde expresó que, “En menos de dos años mi administración logró casi más que cualquier otra gestión en la historia de nuestro país”. Según el mandatario de la primera potencia, su país es más fuerte, más seguro y más rico que cuando asumió el cargo en enero de 2017.
Como respuesta a este autoelogio, los presentes se rieron, y Trump respondió: “No esperaba esta reacción, pero está bien”. Sonrió y se alejó. No siempre sale lo que se espera.