Hace unas semanas, se registró un trágico accidente en el Barrio Carora de Cúcuta, en el cual una niña de nueve años perdió la vida al ser atropellada por un taxista y según los análisis de expertos, hacía uso de su celular mientras conducía, situación que automáticamente lo deja consignado en las lamentables estadísticas de accidentalidad por tratarse de un hecho que nunca debió suceder.
Coincido plenamente con el criterio de un experto que analizó lo sucedido y aún más cuando según lo anotado en este medio de comunicación, el conductor del vehículo se bajó del mismo, aún con la videollamada que estaba en curso, situación que corrobora la hipótesis de que no basta con conducir en estado de embriaguez para estar involucrado en tan penosa y compleja situación, sino que su decisión de atender una llamada sin los equipos diseñados para tal fin (manos libres), hoy lo tiene atravesando una situación que pudiera dejarlo en un centro de reclusión, aislado de sus seres queridos por largo tiempo.
La pésima costumbre de utilizar equipos electrónicos mientras se conduce, no solo es por parte de los conductores de servicio público sino de absolutamente todas las personas que están frente a un volante sin importar sexo o edad y el caso más crítico lo registran el noventa o noventa y cinco por ciento de las personas que conducen motocicleta en particular los domiciliarios.
Ellos, van conduciendo y van escribiendo en su equipo, ignorando el riesgo que implica desconcentrarse de su máquina para atender un cliente o un familiar, toda vez que es en ese preciso instante que cambian o invaden el carril contrario y no contentos con eso, se molestan si un conductor les pita o les grita alguna palabra soez como medio de desahogo o para pasar el susto, en el entendido de que en caso de accidente, ellos manifiestan a la autoridad que iban despacio, por la derecha y de repente lo envistieron, aunque así no hubiesen sido las cosas, el accidentado empieza a recibir decenas de apoyos de otros moteros que sin saber lo acontecido, le dan toda la razón a un desconocido que “ayudan” por simple hecho de conducir motocicleta y si tiene alguna raspadura, pues en cuestión de minutos aparecen tres o cuatro ambulancias, peleando el trofeo (motero accidentado) para iniciar el muy conocido proceso de utilización del Soat, para una raspadura, la cual es objeto de todo tipo de exámenes en una muy desprestigiada atención en algunos de los centros asistenciales dispuestos para su evaluación y atención.
El problema latente que nunca ha sido atendido por la autoridad de tránsito tiene dos soluciones. La primera, proponer una ley que elimine las sanciones por conducir mientras se hace uso del celular, la cual sería ilógica, pero ante la indiferencia de los responsables de controlar la medida, es mejor retirarla como una infracción de tránsito y convertirla en un delito penal. La segunda, es que la dependencia responsable de la movilidad, destine recursos para un completa campaña de sensibilización en el tema, en particular a los moteros porque algunos de ellos además de escribir por el celular mientras conducen, tampoco poseen luces y ese coctel es muy peligroso para el resto de personas que vivimos en una ciudad en donde los uniformados no tiene clara su tarea en la movilidad.