Con la visita por estos días a la ciudad del ministro del interior Juan Fernando Cristo para valorar lo que pasa en Cúcuta y la región con el tema de seguridad, al final se calificó el encuentro entre las diferentes autoridades expresando que Cúcuta se encontraba en máxima alerta. Peor respuesta no pudo haber de las bandas criminales a los pocos días con el asesinato del profesor Pedro Cuadro. La realidad es que la inseguridad no es sólo de Cúcuta, ni de la región, sino de todo el país por cuenta de una guerrilla que ahora con una tregua unilateral de un mes, no saben cómo sacarle provecho al tema de la paz.
Los petardos que estallaron por estos días en Bogotá en una de la zonas de mayor concurrencia como sucede con la avenida de chile en horas de la tarde, trae a la memoria colectiva de los colombianos uno de los peores recuerdos que tenemos los mayores de cuarenta años, quienes inmediatamente cuando nos enteramos que estalló alguna bomba, nuestra memoria se retrotrae a aquellos años aciagos y terribles quevivimos en los años 80 del terrorismo del narcotráfico.
Inmediatamente genera pánico, desánimo entre todos, y si a ello le agregamos las solas imágenes de los atentados al medio ambiente, el panorama se ensombrece. Por estos días en estado de ánimo de los colombianos no es el mejor.
La gran pregunta que hoy nos hacemos todos los colombianos, es qué tanto podemos estar avanzando en la Habana cuando del otro lado, la guerrilla atenta contra el medio ambiente, y ahora parece que al Eln le dio por poner bombas? Desde luego que cada día son menos los ciudadanos que creen en el proceso de paz. Hoy somos cerca del 70% los incrédulos. Ser optimista en estas circunstancias es caer casi en la ingenuidad. Tengo un poco la impresión que la dificultad de lo que está sucediendo en La Habana es que como quiera que la paz es un dialogo político, requiere en esencia dos interlocutores políticos, que tengan intereses y objetivos de ese nivel, y eso es lo que no hay. Creo que las Farc dejaron de ser una agrupación política. Alguien muy importante en el país me decía por estos días en Bogotá, versión que la veo con mucha objetividad, que quienes están en La Habana finalmente van a tratar es de protegerse, de no ir a ninguna cárcel, probablemente de refugiarse en un país como Nicaragua que les daría nacionalidad y asilo, porque lo que ven es que cada vez los insurgentes que están por acá no les hacen caso; entre ellos no hay coherencia de grupo, no hay mando ni autoridad, y desde luego, lo que estamos viendo, que cada vez más están dedicados al cultivo de la coca que aumentó en 21.000 hectáreas. Esa es la realidad y por ello la impresión que sentimos es que hay una desconexión entre la Habana y el país.
Por eso, cuando el presidente anuncia que se avanzó en uno u otro tema en La Habana, la gente percibe a un presidente seguramente bien intencionado, pero alejado totalmente de la realidad. Hasta lo han llegado a caricaturizar con algo de ingenuidad. Así las cosas, no es Cúcuta la que está en máxima alerta, es todo el país, y por ello volviendo al tema nuestro, aterrizando en Cúcuta, ahora que los candidatos se están inscribiendo, resulta oportuno escucharle a candidatos como Carlos Luna cuál es su propuesta para atacar el principal problema de la ciudad que es el desempleo y la informalidad, y ahora la violencia, así como escucharle a Juan Carlos García Herreros su estrategia para que los campesinos que se encuentran en municipios lejanos, no pierdan sus cultivos y la comercialización de los mismos por falta de vías. Son apenas dos interrogantes en momentos en que la región está en alerta máxima, y tratando de ser optimistas.