Tras 83 días de protestas con un saldo de 75 muertos, unos 15.000 heridos y al menos 3.000 detenidos, no se vislumbra un principio de acercamiento entre chavistas y opositores en la vecina república. Las marchas con duras arengas y fuertes enfrentamientos entre la policía y los manifestantes se iniciaron a principios de abril contra el considerado autogolpe por parte del Tribunal Supremo de Justicia, luego como rechazo a la Constituyente anunciada por Maduro y ahora como apoyo a la fiscal Luisa Ortega Díaz, contra quien el Tribunal Supremo autorizó la apertura de un juicio por desobediencia.
Después de tan prolongados y duros enfrentamientos, no hay resultados positivos a la vista. Sin embargo, hay quienes guardan la esperanza que con la constancia se alcanzará el objetivo, pero también están quienes consideran que la estrategia ha sido equivocada y la fuerza débil ante el poder del estado. Esta situación ha sido aprovechada por el mandatario venezolano para fortalecerse con miras a las elecciones del 30 de julio, cambió la cúpula militar, con excepción del ministro de defensa, y retiró de la cancillería a Delcy Rodríguez para ubicarla como líder en la lista oficial para la Asamblea Nacional.
Los tentáculos de esta aguda crisis que azota al hermano país se han extendido al exterior y, pese a los pedidos, recomendaciones y exigencias de personajes, estadistas y organizaciones, la situación cada vez empeora. El presidente Nicolás Maduro en casi todas sus intervenciones hace énfasis en que está abierto al diálogo, pero con sus acciones contra los participantes en las marchas ha demostrado que el agua y la candela a nadie se le niega.
Pero indudablemente la Organización de los Estados Americanos (OEA), ha sido la más afectada, pues ante los muchos intentos por convencer a Maduro de la necesidad de respetar la democracia, los resultados han sido contrarios a los esperados, demostrando, de esta manera, la pérdida de liderazgo de tan importante e histórica organización.
En la 47 Asamblea General en Cancún (México), en la que estuvo presente la canciller venezolana durante la ceremonia de instalación, pero que luego se retiró tras el acostumbrado insulto contra los considerados enemigos de Venezuela, no se logró aprobar la resolución que solicitaba al régimen de Nicolás Maduro abandonar la convocatoria a una asamblea constituyente.
De los 34 participantes solo 20 votaron a favor, 5 lo hicieron en contra y 8 se abstuvieron de votar. Con este resultado no se logró el 67% o dos terceras partes necesarias (23). Quienes se abstuvieron o votaron en contra argumentaron que no estaban de acuerdo por considerar que se trata de una intervención a todas luces.
Queda claro, por ahora, que lo único que puede debilitar al régimen de Nicolás Maduro es la caída de los precios del petróleo, por representar el 96 por ciento de las exportaciones bolivarianas. Por lo demás, habrá que esperar.