Estamos a menos de un mes de decidir los nombres de los concejales y de la persona que liderará el Gobierno Municipal en los próximos cuatro años. Vivimos tiempos en los que se escuchan propuestas para mejorar la seguridad, atender al adulto mayor, generar empleo, empoderar a las mujeres, aumentar el número de policías, tapar huecos, acompañar a los emprendedores o desarrollar algunas obras de infraestructura. Todos hablan de expandir gastos, abriéndole la puerta a nuevas desilusiones políticas.
Y es que es difícil lograr cambios cuando la mayoría del presupuesto municipal está previamente comprometido. Solo para 2023, de los $1,66 billones con los que cuenta la Alcaldía, $1,35 billones se deben destinar a educación y salud. Es decir, son principalmente pago de nómina de docentes y gastos del régimen subsidiado de salud. Por eso resulta imperativo impulsar alternativas poco abordadas en espacios electorales: las de generación de ingresos o recorte de gastos. Así se daría un paso en la dirección correcta para tener una mejor ciudad.
Desde la perspectiva de la disminución de gastos, un elemento que dejó pendiente la administración de Jairo Yáñez tiene que ver con la reducción del gabinete municipal. Mientras ciudades como Barranquilla o Bogotá, con más presupuesto y habitantes, tienen, respectivamente, 17 y 15 Secretarías, Cúcuta tiene 19. Nos creímos el cuento de que “porque así es ciudad gloriosa tu vida heroica y triunfal” y diseñamos una estructura gloriosa donde abundan los caciques, algunos promovidos desde el Concejo.
El deber ser
Esta realidad hace necesario que, desde ya y antes de comprometer nombramientos, pensemos en una reforma administrativa que conduzca a un gobierno moderno y eficiente. No tiene sentido, por ejemplo, tener simultáneamente una Secretaría de Desarrollo Social y otra del Banco del Progreso, esta última que ni es un banco ni va a serlo. En Bogotá se estudió la iniciativa de constituir un establecimiento bancario hace unos años y se dieron cuenta de que eso no era tan fácil. El proyectó naufragó.
Además de lo anterior, se deberían fusionar las secretarías del tesoro, la de hacienda y la de valorización y plusvalía. Lo anterior sin mencionar que tal vez algunas secretarías u oficinas no den siquiera para convertirse en subsecretaría.
Quien vaya a ser el próximo Alcalde debe empezar a moderar expectativas burocráticas y con empatía hacer estos y otros ajustes en una estructura llena de caciques. Quizá el anuncio no sea del agrado de los políticos, pero podría movilizar voto de opinión en momentos en que las personas están aburridas de ellos. Para que no sea un mero discurso, los insumos del cambio podrían salir de un trabajo adelantado entre la Función Pública y la Universidad de Pamplona.
Aunque las puertas de salida siempre deben estar abiertas para el que no esté cómodo. Se requiere que los que hoy son funcionarios de planta sean conscientes de la necesidad de ajustes y abiertos al cambio de estructura u organización dentro del aparato local. En últimas lo importante es sumar.
Ya sabemos que en el Concejo Municipal y en los equipos de campaña hay más hojas de vida de candidatos a secretarios que Secretarías (con tilde en la i). También sabemos, y es lo que no podemos perder de vista, que son pocos los recursos disponibles para mejorar la vida de los cucuteños. ¡Pilas pues!