Haciendo un recorrido rápido de la historia universal, las traiciones por poder, el amor o por el dinero frecuentemente vienen acompañados de envenenamientos. El país aún no se repone de las circunstancias de la muerte del ingeniero Jorge Enrique Pizano y su hijo.
Ahora aparecieron huellas del padre en el frasco de cianuro, abriendo nuevos interrogantes: ¿el ingeniero estaba preparando su propio envenenamiento?
No sería descartable, pues en sus últimos meses de vida afirmaba que por ninguna circunstancia permitiría que por la investigación que de forma perversa le había iniciado la fiscalía para atemorizarlo, para que no siguiera denunciando el tema de Odebrecht, se dejaría que lo llevaran preso.
Era a lo que más le temía, a terminar en la cárcel. Es probable que de ocurrir el insuceso, su captura, tomare el cianuro como forma desesperada.
Pero la vida en ocasiones es cruel. Se lo terminó tomando su hijo. El país está dolido con la tragedia que vive la familia Pizano. El nivel de desaprobación y falta de credibilidad en el gobierno y las instituciones es total, y más como se esperaba, que el fiscal no renuncia. Para agravar el panorama, ¿qué hace el presidente Duque defendiendo al fiscal en entrevista a El Tiempo?
Si la imagen de Duque está en apenas 100 días por lo bajo, ahora quedará por el piso.
Probablemente una de las consecuencias que tendrá todo este lamentable episodio que vive el país, como lo dijo en su columna Andrés Hoyos, es que por lo menos a Néstor Humberto Martínez se le barajó su futura aspiración presidencial.
En la historia universal se han conocido varios casos de envenenamientos. Desde el comienzo mismo de la humanidad, 400 años antes de Cristo, Sócrates que es obligado a tomar cicuta por oponerse ya en esos años a una dictadura, por lo menos muere rodeado de sus amigos y alumnos como Platón, que alcanzan a tratar de persuadirlo a que desista de su envenenamiento.
Si cabe el término, por lo menos muere con algo de dignidad. En la historia medieval, con los Borgia, al inescrupuloso papa Alejandro VI lo envenenan, y alcanzan a reaccionar y sus colaboradores lo salvan.
Sobre la muerte de Mozart, ha quedado para la historia de hasta dónde la envidia de su rival Salieri, pudo llevar a este último a envenenar al genio austriaco, pero por otra cruel ironía de la vida, Mozart murió tan pobre que fue enterrado en una fosa común y no se volvió a saber nada de su cadáver.
De Napoleón, también quedaron dudas en cuanto a que su muerte real fue por envenenamiento. En los años 60, la hermosa Marylin Monroe corrió la misma suerte. Son varias las historias de envenenamientos en la historia de la humanidad.
Néstor Humberto seguramente es un buen y hábil abogado, pero mal amigo.
No advirtió hace 3 años cuando su amigo Pizano, desesperado, le señala las irregularidades de Odebrecht, y lejos el hoy fiscal de escucharle y tomar las decisiones que correspondían, lo que hace con cinismo es burlarse del ingeniero: “Ya usted se metió en esto, y el único huevón que va a terminar……..es usted hp”. Eso le dijo a su amigo; ese es el fiscal general de la nación que hoy en día tenemos en Colombia. Es quien acusa y señala quien comete delitos en este país y a quien el presidente Duque sale a defender. El sólo hecho de pensar que a Martínez le quedan 2 años en su cargo da miedo.
Recuerdo que recién electo Duque en una buena dialéctica y argumentos insistía en que debíamos ser optimistas. ¿Pero así cómo presidente? El colombiano ve con preocupación lo que sucede en el país. Por lo pronto le pedimos señor presidente, que no insista en defender al fiscal, y que por lo menos en los próximos días no le dé por cantar nuevamente vallenatos con Carlos Vives.