Colombia no produce hoy suficiente energía para exportar (menos aún “energías limpias”). Incluso hay riesgo de racionamientos. No será por ahí que se pueda “sustituir la matriz de exportaciones” basada en hidrocarburos y carbón.
El camino alternativo que propuso Petro fue el turismo. Comparto la idea de fondo de apostarle a la industria sin chimeneas. El potencial de nuestro país es enorme y muy pocos países se le comparan en cuanto a la variedad y complementariedad de la oferta posible.
Tenemos costas en los dos océanos para ofrecer turismo de sol y playa. La oferta ecoturística es incomparable. Somos el tercer país más biodiverso del planeta y el más biodiverso por kilómetro cuadrado. Contamos con 60 parques, reservas y santuarios. Con nuestra variedad geográfica las posibilidades de turismo de aventura, que mezclan naturaleza, esfuerzo físico y algún riesgo en la experiencia, son también enormes. Agreguemos San Agustín, Tierradentro, el Tayrona y un Chiribiquete sin par.
Ciudades incomparables como Barichara, Cartagena, Mompox, Popayán, Santafé de Antioquia y Villa de Leiva. Y la oferta gastronómica y de música, artes y ferias y fiestas es tan variada y rica como nuestra geografía. Hay buena capacidad para el turismo de convenciones y negocios. En fin, pocos países tienen tanto para ofrecer.
Pero mucho va de las posibilidades a la realidad. Para que la apuesta funcione se requieren varios elementos de los que hoy carecemos. Para empezar, la oferta no está integrada. No hay paquetes turísticos que ofrezcan varias ciudades y diferentes tipos de turismo. Y hay poquísimos operadores bilingües.
Además hay un serio problema de basuras en ciudades, playas y espacios públicos, que alejan a los turistas, y uno aún más grave de informalidad, un incordio que espanta a nacionales y extranjeros.
Después, las posibilidades del ecoturismo y del turismo de aventura, incluso del turismo de negocios, ferias y convenciones, está muy limitado por la persistencia del conflicto armado y de fenómenos de inseguridad crecientes en campos y ciudades. Dirán que tal cosa se resuelve con “la paz total”. Será al revés: la paralización de la fuerza pública, la excarcelación de delincuentes y desmontar la lucha contra el narcotráfico, solo traerá el fortalecimiento de las organizaciones criminales y más inseguridad.
Ahora bien, aún bajo el supuesto de que se respondiera bien y rápido a los desafíos señalados, cosa que no se ve ni cercana, el objetivo de Petro de reemplazar “a corto plazo” con turismo los ingresos de hidrocarburos y carbón es imposible de cumplir.
En efecto, para noviembre del año pasado Colombia, las exportaciones totales de Colombia fueron de USD 52.574,8 millones de dólares, de las cuales 17.710,5 millones fueron de petróleo y derivados y 11.576 millones fueron de carbón. Suman USD 28.868,1 millones, el 54,9% del total.
Para septiembre del año pasado, las divisas por turismo fueron de USD 5.263 millones. Para noviembre, deberían estar en el orden de USD 6.432,6 millones.
El turismo tendría que multiplicar sus ingresos 4,5 veces para compensar los recibidos por hidrocarburos y carbón. Para noviembre, se proyectaban 4.011.069 visitantes no residentes, recuperando el nivel del 2019. La ocupación hotelera fue del 55%. Con el mismo nivel de gasto por persona, se requerirían más de 18 millones de turistas para tener las mismas divisas que recibimos por petróleo, derivados y carbón. Para atenderlos necesitaríamos dos veces y media la infraestructura hotelera de hoy.
Colombia no tiene como atraer 18 millones de turistas y no tiene ni tendrá ni siquiera mediano plazo la infraestructura para atenderlos. Aunque no le guste a Petro, por muchos años Colombia dependerá de los ingresos de los hidrocarburos y el carbón.