En junio de 2012 Barack Obama estableció el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), por sus siglas en inglés, mediante el cual otorgaba estatus de legalidad a niños y jóvenes extranjeros que residían sin documentos en Estados Unidos.
Bajo este esquema el gobierno acuerda diferir cualquier acción sobre estatus migratorio por un periodo de dos años, con posibilidad de renovación, a personas que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños. El programa permite congelar los procesos de deportación, acceder a trabajos temporales y obtener la licencia de conducir a quienes cumplan las siguientes condiciones: haber entrado al país siendo menores de 16 años, haber tenido menos de 31 años el 15 de junio de 2012, no haber sido condenado por ningún delito ni suponer una amenaza para la seguridad nacional.
El programa acoge a cerca de 800.000 inmigrantes indocumentados conocidos como dreamers (soñadores). Se estima que el 98 por ciento de los beneficiados son latinoamericanos encabezados por mexicanos (80%), salvadoreños (3.83%), guatemaltecos (2.5%), colombianos (0.8%). Entre los países no latinoamericanos sobresale Corea del Sur (0.9%).
Pero la cancelación de DACA hace parte del programa presentado por el presidente Trump durante su campaña, por esto, el pasado martes 5 de septiembre el fiscal general de la nación, Jeff Sessions, anunció su fin por considerarlo anticonstitucional, pues le quita el trabajo a cientos de miles de estadounidenses. Los beneficiados actuales no sufrirán cambios durante los seis meses siguientes, tiempo que tiene el Congreso para tomar una decisión definitiva. Por ahora no se aceptan nuevas solicitudes
Las reacciones en favor y en contra no se han hecho esperar. Para el expresidente Barack Obama, gestor del programa hace cinco años, esta decisión política es errada y cruel. Además, 15 Estados encabezados por Washington y Nueva York, y el Distrito de Columbia interpusieron el miércoles una demanda para bloquear el plan del gobierno de acabar el programa que protege a los jóvenes. Las canciones protestas en todas partes del mundo se han empezado a escuchar.
Mientras este duro despertar pone en peligro el sueño americano de tantos esperanzados jóvenes, Trump considera que “los jóvenes estadounidenses también tienen sueños”. Por ahora habrá que seguir soñando mientras el Congreso toma la gran decisión.