Es la historia de Maurice Armitage que el pasado 25 de octubre fue elegido alcalde de Cali, una de las sorpresas electorales de ese día porque logró derrotar a toda la clase política de la ciudad.
Los derrotó especialmente con una lección de vida, con un ejemplo que ya comienza a conocerse no sólo en el país sino que traspasa las fronteras: ha sido secuestrado en dos oportunidades, y en el segundo de ellos quien ideó el plagio fue su propio mayordomo de la finca, a quien lo perdonó y le ayudó para que saliera de la cárcel, pagándole abogado, y mientras tanto, a la los hijos de su secuestrador les sufragó los gastos de estudio mientras su padre salía de prisión.
Armitage tiene una empresa y cada 90 días reparte utilidades con sus trabajadores; al igual tiene una fundación llamada Sidoc, cuya acción se concentra en colaborar a la gente más pobre del barrio Siloé.
Ese ejemplo lo llevó a la alcaldía por encima de las maquinarias políticas.
En una entrevista concedida ante un medio de comunicación, Armitage frente al interrogante de si iría a sobrevivir en los dos secuestros contestó:
“En el primer secuestro me entendí mucho con los guerrilleros, les enseñé aritmética, hablábamos, les eché cuentos. En el segundo no me estaban tratando tan mal y los convencí de que teníamos que ir de ahí porque si no nos iban a matar”.
Después fue que supo que su mayordomo, junto con la esposa de éste último, se había dejado convencer de unos familiares llegados de Caquetá que le habían prometido “comprar” a Armitage por la suma de cien millones de pesos.
Ya en los estrados judiciales el hoy alcalde le expresó al juez, a manera de que la condena no aumentara, que la justicia debía entender que su mayordomo había cometido un error y que todos cometemos errores en la vida, y por ello decidió ayudarlo.
Sin duda una lección de vida.
Reconforta que en nuestra frágil democracia se den ejemplos como los de Armitage, y en otro contexto como los del nuevo alcalde de Bucaramanga, empresario acaudalado que siguió los consejos de su hermano, quien apoyado en unas ideas filosóficas kantianas logró, sin sede política, sin propaganda, alejado de los grandes electores, llegar a la alcaldía asegurando que va a tomar como modelo la organización de Barcelona.
Ejemplos como estos son por los que en algún momento cuando apareció en los años 50 el libro Moral y Política de Camus, se aseguraba que mientras haya un ser que acepte la verdad por lo que es y tal como es, habrá lugar para la esperanza y que la lucha de una sociedad, que a veces no es por la justicia ni por la política, sino por algo más importante: por la moral.