Aquí en Cúcuta, es un decir, tenemos la mejor arcilla de Colombia, pero nos quedamos sin sus alfareros. Hoy tenemos algo más de cincuenta empresas dedicadas a su industria. En mi memoria guardo la terminología técnica, que Julián Caicedo Arboleda me dio para demostrar esa calidad: siicoaluminatos hidratados, feldespatos, cuarzo, anatasa, rutilo hematita y carbonatos.
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Vaya jeringonza y agregó parta ilustrarme, que poseemos unos 2196 kilómetros cuadrados arcillosos de la superficie departamental. Sin embargo, productivamente, no somos líderes en el sector de la cerámica.
Esa artesanía tradicional de los alfareros se está acabando o se acabó. Ya no hay talleres caseros y familiares que venían de generación en generación, por los altos de pescadero, de Carora y Cundinamarca, de Cuberos y San Rafael, de San Luis y el Manicomio, del Contento y Pescadero. Fue difícil competir con la industrialización que deshumaniza. Ganaron las máquinas y el coque, pero el coque también perecerá y a la postre triunfaran las energías limpias. Además, la educación pública y la privada no dieron cabida a ese aprendizaje, que fue el asomo industrial de caseríos y aldeas municipales, como los dos chircales de Lourdes o el de Gramalote.
Estas ideas. vienen a mi magín luego de releer la Caverna de José Saramago, es un de proifundis por esas artesanías.
Hoy hasta la ley y el sistema neoliberal, arrasaron con los alfareros y su artesanía. Como en la canción de la vida profunda de Porfirio, tendremos que aceptar que siquiera se acabaron los alfareros.
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Es más, el grito libertario de Bolívar el 25 de julio de 1819 en la desigual batalla de Tutazá, hoy no tiene aquel significado de los utensilios de barro: ¡Virgen de los Tiestos! Ante el olvido a la de nuestra Señora del Rosario.
La tecnología tampoco alcanzó para salvar a los artesanos alfareros. Queda por ahí en la ley de patrimonio tal cual referencia a la conservación de la alfarería tradicional, vaya contentillo, como derecho adquirido de bien de interés cultural.
Sí, todos los días hay especies que se extinguen, todos los días hay profesiones y oficios que se acaban, como la alfarería y los alfareros.
Adenda: Y pensar que nuestro alcalde fue alfarero, hasta que Cadivi quiso.
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