La política debe articularse a la sociedad, en función del bienestar general. No se trata de aparentar democracia con unas elecciones, a las cuales suelen colgarse no pocos oportunistas, o adictos al poder con cálculo de aprovechamiento que se convierte en abuso con autoritarismo o en esa peste devastadora de la corrupción.
La política sí, aplicada la solución de los problemas que se padecen en forma recurrente, con secuelas de estragos colectivos. Son las ideas, que interpreten los anhelos de quienes padecen necesidades que no tienen respuestas en forma oportuna y eficaz de parte de los gobernantes.
Los políticos no son esos vendedores de ilusiones en tono demagógico, o los traficantes del clientelismo con lo cual se pervierte la función de las entidades de gobierno o del Estado. En la actual coyuntura electoral en que está Colombia el énfasis debiera estar puesto en un ejercicio acertado de la política, que lleve a la identificación de problemas y soluciones. Pero para ello se requiere que los protagonistas o aspirantes a los cargos que deben proveerse mediante el voto de los ciudadanos sean personas idóneas por su conocimiento y por la diafanidad de su conducta.
Para un manejo acertado de la administración pública se requiere que a los cargos de elección popular lleguen personas libres de toda sospecha, pero, además, con buen conocimiento y de solvencia ética que no deje dudas.
Norte Santander es un departamento con muchos problemas acumulados. La suma de atrasos es considerable. Por lo mismo hay que ejercer el derecho al sufragio con responsabilidad, a conciencia, a fin de que garantice una utilidad social de avance colectivo.
El mercado de los que compran voto no sirve, pues distorsiona el valor político de ese derecho ciudadano. Es un mercado sucio, cuya práctica anula la posibilidad de que el Estado asuma las responsabilidades que son inherentes. Cuando se soborna a un ciudadano en el ejercicio de su derecho a elegir se pone el riesgo la democracia y se abre la compuerta a las corrientes en que pueden naufragar los sueños de una vida en condiciones de estabilidad y seguridad. Es la degradación de la política.
La democracia es un sustento fundamental de la política y hay que evitar entre en un rumbo equivocado. La elección de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles de juntas administradoras locales debe fortalecer la institucionalidad, entendida como amparo colectivo contra los abusos de poder, contra los desvíos en el manejo de los recursos públicos.
Lo que falta en seguridad, en educación, en salud, en vivienda, en preservación ambiental, se debe conseguir desde la política como motor del desarrollo con progreso. Cuando se habla de cambio no se trata de un ejercicio de frases atractivas. Es un imperativo histórico cumplirle a la gente mediante el reconocimiento de sus derechos, y estos deben garantizar condiciones de vida con dignidad. Que no sea la violencia el ultraje cotidiano. Ni que la corrupción siga frustrando soluciones a los problemas. En fin, hay que asumir la política con el compromiso de que sea un surtidor de paz, de correcto manejo de los recursos oficiales, con educación y salud para todos y cero corrupción.
Las elecciones deben servir para alcanzar esas metas decisivas. Es lo que debe esperarse de la política.
Puntada
El proyecto de la Universidad del Catatumbo hay que sacarlo de la turbulencia en que lo quieren atrapar. Hay que evitar su desvío, a fin de que los resultados respondan a los objetivos trazados inicialmente. ciceronflorezm@gmail.com
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