Hace unas semanas, el Congreso de la República aprobó una ley que modifica el artículo 106 del Código de Tránsito, en la cual se reduce la velocidad máxima en vías urbanas a 50 Kilómetros por hora. De igual manera, reduce la velocidad en corredores nacionales a 80 Kilómetros por hora.
La decisión se adoptó con base en la información estadística que maneja la Agencia Nacional de Seguridad Vial, entidad responsable del manejo en cifras en lo que respecta a accidentalidad y apoyo logístico a las autoridades de tránsito en todo el país.
La medida tiene visos de rigurosa advertencia para las personas que aprendieron a conducir un automóvil o una motocicleta, siguiendo los protocolos establecidos por el Ministerio de Transporte, ente rector de la movilidad en Colombia.
La otra cara de la moneda, está representada en miles de conductores que aprovechando las facilidades que ofrece la industria del motociclismo, adquieren este sistema de transporte sin recibir las mínimas reglas de conducción y de ahí el sinnúmero de accidentes por la recurrente violación a las normas de tránsito, en especial adelantar por la derecha, acatar los semáforos y utilizar el celular mientras conducen.
En cuanto a los conductores de automóviles y camionetas, reciben las primeras clases de conducción en una cancha de futbol o en una vía de bajo flujo vehicular y su instructor es un hermano, el novio o un amigo que aprendió de la misma forma, pero en ningún momento se enteran que existen academias de conducción y muy poco de reglamentación queda en su cerebro. Estas personas se pueden reconocer fácilmente, puesto que creen que los espejos son parte de la decoración del automotor.
En cuanto a la aplicación de la nueva ley en Cúcuta y su Área Metropolitana, será una norma más que entra al mundo de lo desconocido, toda vez que las autoridades responsables por la movilidad en la parte operativa, no podrán hacerla efectiva como tampoco lo han hecho con muchas otras leyes y decretos relacionados con el tema.
Uno de los casos más representativos, se evidencia en horario nocturno sobre los anillos viales o en la misma Autopista Internacional. Allí se congregan los amantes de la velocidad en motocicleta, que con estruendosos ruidos aceleran sus máquinas a velocidades que bien superan los 100 Kilómetros por hora, alborotando la adrenalina de muchos curiosos que disfrutan del “espectáculo” si es que así se puede llamar a una situación presuntamente conocida por todas las autoridades que prefieren ignorar lo que allí sucede por lo menos dos veces a la semana.
Esa es una muestra de la indiferencia de los servidores públicos, que de seguro no saben si llorar o reírse por las normas que tratan de mitigar las consecuencias de la accidentalidad, y en esta oportunidad, les llegó la hora a los moteros que violan los límites de velocidad porque serán sancionados. Ja, ja, ja.