Hace 50 años, la expectativa de vida en Colombia era aproximadamente 60 años. Hoy, es de 77 años, y sigue en aumento. Pero todos conocemos al menos a una persona que tiene diez o veinte años más que esa esperanza de vida, y sus familias, como normalmente pasa, quisiera que vivieran muchos años más.

Yo no quisiera vivir tanto, por muchas razones, empezando por la económica. Según estudios como Misión Colombia envejece, se necesitan mínimo $2 millones mensuales para cubrir las necesidades básicas de un adulto mayor en nuestro país: Salud, vivienda, comida y suplementos nutricionales, cuidados personales (enfermera y/o asistencia domiciliaria), y transporte para acudir a controles o citas médicas. ¿Cuántos de nuestros abuelos tienen ese ingreso para vivir una vejez con dignidad?

Además, los escenarios de la vejez, y más cuando están acompañados de enfermedad, son absolutamente tristes y difíciles de soportar. Aún teniendo dinero, no es fácil ver a nuestro abuelo en cama, sin ganas de comer, sin poder dormir, lleno de medicamentos y en una agonía que se repite cada día. Porque, seamos sinceros, una persona que supera los 80 u 85 años no goza de un perfecto estado de salud, por más que coloquialmente nos encante repetir que tal persona está ‘entera’ para la edad que tiene.

Ahora, mirando el tema de las pensiones, si se aprueba la reforma, el abuelo promedio recibirá entre $75 mil y $290 mil al mes, dependiendo de cuántas semanas haya cotizado. Y vivirá de 10 a 15 años más después de pensionarse, lo que significa que tendrá que arreglárselas en su vejez con solo un 10% del dinero que realmente necesita para vivir bien sus últimos años. ¿Para eso queremos vivir más?

O queremos vivir más para soportar cosas como que el cuidado de los adultos mayores generalmente recae en los familiares y no en expertos. Es indigno que alguien tenga que bañarte, cambiarte y limpiarte después de usar el baño, como si fueras un bebé, pero sin el amor infinito que se les tiene a los recién nacidos. Mientras tanto, tus cuidadores se distraen con el celular mientras tú sufres en silencio.

Algunos podrían estar de acuerdo con este panorama y pensar: "Pues yo sí quiero vivir muchos años", lo cual es respetable. Pero yo no. Ya es suficiente con que en mi juventud tenga que presenciar cosas inimaginables, como que los educadores, el pilar de nuestra sociedad, protesten porque los van a evaluar en lugar de defender la salud; o que el encargado de los impuestos pase más tiempo haciendo videos en TikTok que recaudando fondos para brindar mejores garantías sociales a nuestros adultos mayores; o que asesinen diariamente a tres personas y tanto la sociedad como la autoridad piensen que está bien porque tenían antecedentes judiciales. No me imagino lo que me faltaría por ver, sufrir y soportar en una vejez muy prolongada.

Es totalmente doloroso imaginar un escenario de vejez prolongada para cualquier persona. No se trata de evitar que los adultos mayores vivan más, sino de reflexionar sobre las condiciones y el contexto en los que vivirán (¿viviremos?). Esto es especialmente importante cuando pensamos en las 19.400 personas que tienen cien años o más en nuestro país, los centenarios.

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