Es la interpretación que se le debe dar al angustiante llamado de atención que el Gerente del Hospital Universitario Erasmo Meoz, Dr. Tonino Botta, le hace al alcalde Yáñez para que éste se ponga al “frente de la situación que se vive en Cúcuta con la pandemia”.
Si el gerente se atrevió a hacer público el documento con el que conmina al alcalde para que aterrice y no solo diseñe “estrategias”, que tampoco se conocen, pero que como muletilla utiliza en casi todas sus intervenciones públicas, es porque la comunicación que existe entre los dos funcionarios es poca o ninguna.
Ante este llamado, el alcalde desmintió las declaraciones del doctor Botta, manifestando que se han tomado todas las medidas necesarias de común acuerdo con la Gobernación del Norte de Santander, para que se atienda y se controle la expansión de la pandemia.
Independientemente de quien tenga la razón, es claro que el palo no está para cucharas. Cada uno debe trabajar en lo suyo, pero coordinadamente, bajo el principio constitucional de la colaboración armónica. Muy feo, pero feísimo, que dos entidades tan importantes para el manejo de esta grave crisis de salud se estén sacando los trapitos al sol. Que impresión tan desesperanzadora deja entre los ciudadanos del común esta clase de enfrentamientos.
En Cúcuta, superando los 3 mil infectados y con una precaria infraestructura hospitalaria, con déficit de camas UCI y con más de 5 mil pruebas represadas, no es nada alentador el complejo panorama que se nos avecina.
Al gerente del hospital le corresponde gestionar los recursos necesarios para brindar una atención inmediata, oportuna y completa a sus pacientes y que sirvan también para proteger a los médicos y el resto del personal que se encuentran en la primera línea de combate. Al alcalde le corresponde con urgencia, presentarle al Concejo un proyecto de acuerdo para que lo autoricen a celebrar el convenio que corresponda para que le desembarguen al hospital los más de 2 mil cuatrocientos millones que se encuentran congelados por cuenta del impuesto predial.
También debe el alcalde vigilar que se ejerza con rigurosidad el sistema de prevención, promoción y vigilancia por parte de su secretaría de salud, apretarse el cinturón en gastos (contratación prestación de servicios millonaria) que no sean para contener la pandemia, gestionar alivios tributarios y de servicios públicos, monitoreo para búsqueda de pacientes con covid-19 y los cercos epidemiológicos respectivos con el aislamiento selectivo, dotar a sus unidades básicas de unidades de cuidados respiratorios especiales (UCRE) como se está implementando en Antioquia, para evitar el congestionamiento del hospital.
Las EPS deben evitar las colas para la entrega de medicamentos y hacerlo oportunamente, realizar las pruebas necesarias y enviarlas con prontitud a los laboratorios para su resultado, implantar con urgencia la telemedicina, las citas virtuales y el envío de los medicamentos a domicilio. El gobierno nacional y las EPS, cancelarle o por lo menos abonarle una buena parte de la deuda millonaria que tienen con la red hospitalaria local.
La policía debe hacer cumplir las normas dictadas por el gobierno y principalmente dispersar las aglomeraciones tan frecuentes en la ciudad frente a las que ellos parecieran ni siquiera inmutarse.
La ciudadanía debe dejar la indisciplina y con responsabilidad, cumplir las normas de bioseguridad tan ampliamente publicitadas, y las autoridades no apelar, por comodidad, a un aislamiento general de la ciudadanía sin proveer lo necesario para su subsistencia o conduciendo a la quiebra a innumerables sectores de la economía porque terminaría siendo peor el remedio que la enfermedad e inocuas las medidas.
Debemos todos, aprender a convivir por un buen tiempo con el virus, con el distanciamiento social, lavándonos las manos con regularidad, usar tapabocas y evitar salir si no es estrictamente necesario. ¡Es un esfuerzo de todos!