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A Yamid Amat
Amat hacía parte del equipo de ensueño que había integrado el maestro Acosta, de arisca dicción, para sus dos noticieros y un sabatino programa de variedades
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Domingo, 8 de Diciembre de 2024

Apenas 52 años después le agradezco a Yamid Amat la invitación que me hizo a comentar una partida del mundial de ajedrez que disputaban en Reykjavik, Islandia, Boris Spassky y Bobby Fischer. Como jefe de redacción de TV Sucesos de Alberto Acosta, me dio dos minutos para mi faena. Me tomé ocho. (Pido disculpas a las elegantes damas invitadas por Amparito Pérez que llegaron a Inravisión de la calle 24 elegantes, olorosas a Chanel. Se quedaron vestidas y alborotadas).

Recordé estos hechos cuando Yamid entró en un forzoso sabático por el cierre del noticiero CM&. Que desaparezca un medio es tan lamentable como la extinción de una estrella, o del colibrí más lento de la creación. Difícil imaginar al temperamental periodista, “chivólatra” y as de las entrevistas, levantando los pies para que barran por debajo o haciéndole siesta a un tinto.

Si Alzheimer no me hace quedar mal, la noche de marras comenté la sexta partida del match que finalmente ganó el retador gringo. Yo veía que los asistentes al estudio me hacían señas, incluido el célebre productor Ciro A. Linares. Como soy cegatón y optimista incurable, asumí que me animaban. Negativo al cien.

Amat hacía parte del equipo de ensueño que había integrado el maestro Acosta, de arisca dicción, para sus dos noticieros y un sabatino programa de variedades. Cuando le quitaron sus espacios, le adjudicaron un programa musical. “Me confundieron con Alci Acosta”, comentaba el hombre nacido en Itagüí, Antioquia, que fundó periódicos y noticieros de radio y televisión.

Su breve pero contundente hoja de vida, termina con esta confesión: “Es un abuelo solitario”. Lo decía alguien que se tuteaba con el poder desde los tiempos de la dictadura de Rojas Pinilla.

Otros integrantes de su equipo eran Gloria Valencia de Castaño y Jaime Sanín Echeverri. Darío Silva, excelso contador de chistes, no había sido tentado por el turbayismo ni por la teología. La diva Virginia Vallejo, arma secreta de Acosta para mantener despiertos a los televidentes de medianoche, no había empezado a juntarse con malas compañías. Se me pone la carne de armadillo pensar que mientras la recogíamos en el carro del noticiero para ir a camellar, de pronto dejaba a Pablo Escobar barriendo, trapeando y cuidando su apartamento de la avenida Caracas. Verla y oírla no daba sueño.

En reciprocidad por la contrariedad que le causé al jefe Amat, le garantizo que de anonimato nadie ha muerto. Y que es rico pasar de todas las formas de lucha a todas las forma de locha. En eso consiste la jubilación. Que disfrute el descanso del guerrero que se ganó después trabajar durante décadas 24 horas todos los días de la semana.

Y mis felicitaciones en su cumpleaños número 83, hoy 2 de diciembre.

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