Conocer otras culturas y acceder a escuelas deportivas tradicionales en otro país le confirmó a Marcela Valderrama que el rugby fue su mejor elección hace ocho años, cuando decidió probar suerte en el deporte que practicaban en la esquina de su casa.
Como muchas de sus compañeras, ha sentido parte del rechazo proveniente de algunas personas que desconocen el deporte, pero cuenta con el apoyo de su familia, lo más importante en su vida.
Para Ángela Ojeda, deportista de 22 años que practica el rugby desde hace seis, este deporte no solo le brinda la oportunidad de mejorar sus destrezas, es una herramienta de cambio social que le permite borrar los prejuicios de la sociedad.
“Tener músculos o ser fuerte no indica si eres hombre o mujer, a esas personas les digo que vengan y conozcan el rugby femenino para que se den cuenta que no todo lo que dicen o escuchan es cierto” agrega Ángela.
Contar con compañeras que comparten sus pasiones y ser la guía para las nuevas generaciones de rugbistas, es la gasolina que motiva a estas damas del deporte, quienes ven en sus compañeras mas jóvenes los sueños y las metas que ellas tuvieron cuando iniciaron.
“No se rindan, el rugby no tiene discriminación, acá todos tienen su lugar y su espacio porque no hay deporte mejor que el rugby” puntualiza Alejandra Moncada, quien además ayuda a los entrenadores con las jornadas de enseñanza para los más pequeños de la disciplina.
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