El líder de la Liga Águila es nortesantandereano. Por si aún quedaban dudas sobre el buen momento por el que atraviesa el Cúcuta Deportivo, en el último partido de la Liga Águila los motilones volvieron a dar otra muestra de su poderío en este arranque del campeonato nacional de la primera división colombiana. 

Con los goles de los cucuteños Darwin Carrero y Mauricio Duarte, la victoria en el General Santander tomó un sabor especial. Un 2-0 definitivo significó que la ‘tribu’ motilona clavara su bandera nuevamente en la cima del campeonato.

Sin hacer mucho ruido ni alardes sobre lo que sería esta campaña, el equipo motilón ascendió y se ha convertido –con creces- en el equipo revelación del año.

Llegando desde la B, se esperaría un desempeño menos prodigioso, sin embargo los motilones llegaron para romper esquemas en la Liga. Ya han quebrado un par de invictos y le han plantado cara a algunos de los fuertes del rentado como Santa Fe y Once Caldas. 

Con siete fechas tachadas en el calendario, los de la frontera han reafirmado en el fútbol cafetero un respeto y jerarquía que, a pesar de haber descendido, nunca perdieron entre los demás clubes e hinchadas. 

A pesar de la pobre asistencia de espectadores al encuentro pasado (no más de 7.000 personas), los ánimos entre los jugadores y el cuerpo técnico están inmejorables. Cuando el objetivo principal era mantener la categoría y el sueño llegar a estar entre los 8 mejores de la temporada, el panorama ha ido variando y, en estos momentos, salir campeones de la Liga se está convirtiendo en una meta alcanzable. 

Esa es una nueva ilusión que se tiene gracias al gran nivel deportivo del equipo, pero, aun así, el triunfalismo no es protagonista en un grupo que siempre ha tenido los pies sobre la tierra.

“Todos los jugadores hicieron un gran partido. Estoy muy conforme y orgulloso con este grupo, que sigue cumpliendo y en cada apartido da un pasito más”, fueron las palabras del DT rojinegro Sebastián Méndez Pardiñas, reflexionando sobre la actuación de sus pupilos en el duelo ante los auriverdes. 

Darwin Carrero, que no venía siendo titular, marcó el tanto de abrir el marcador cuando el equipo rojinegro no lograba penetrar la líneas de los opitas.

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Los números los respaldan

Y no le falta razón al timonel argentino, pues sus muchachos -a falta del resultado que consiga Millonarios en su partido de hoy-, tienen soñando a la afición fronteriza con la primera aplaza de la tabla.

Son líderes con 17 puntos, son los más goleadores con una diferencia positiva de 8 (2 por encima del América de Cali, que es segundo), siguen invictos y solo han empatado dos partidos.

Además, lo motilones tienen un 80,7% de rendimiento y tienen más de la mitad de los puntos necesarios para clasificarse entre los ocho mejores de la temporada. 

La historia detrás de la máscara

“Hicieron goles jugadores de acá, de Cúcuta, y no es poco. Eso es un ejemplo para los más chicos. Son cosas que yo no dejo pasar porque tienen un valor agregado”, decía Méndez, que no se guardó elogios para Duarte y Carrero, los héroes de la noche. En especial el lateral Duarte, que se convirtió en ‘Hombre Araña’ para celebrar su gol. 

Cuando el reloj marcaba el minuto 90+1 el defensor pescó con el pecho un balón en el área que acabó en el fondo de la red. Duarte se enfundó una máscara y se fue directo a las cámaras, sabía que su hijo lo veía desde casa. 

Preguntado por La Opinión sobre su particular celebración, el defensor explicó que “fue netamente para mi hijo. Es fanático de este super héroe. Tenía la máscara guardada hace tres o cuatro partidos, desde el día del clásico”, confesó. “Mi hijo me preguntó que si el Hombre Araña jugaba fútbol, entonces yo le dije que sí, que en estos días lo vería. De ahí surgió la idea”, dijo el jugador.

“Creo que le saqué una sonrisa a más de uno. Fue un gesto de cariño, por la pasión de mi hijo”, añadió Duarte, que tiene un lugar ganado en el esquema armado por Méndez. El cucuteño tiene una gran pegada y buen desborde por el carril izquierdo de la cancha, sector que ha reclamado como su autopista personal a la hora de orquestar los ataques de los fronterizos.