Del magnífico libro “Sociedad de Artesanos Gremios Unidos de Cúcuta, 100 años”, escrito por el doctor Jaime Contreras Valero, me permití extraer buena parte del contenido de esta crónica, por ello, reciba mis agradecimientos y el de mis lectores.
El Colegio Gremios Unidos que a la fecha tiene más de 110 años de funcionamiento interrumpido, fue creado como una alternativa para favorecer a las clases menos favorecidas de la ciudad, cuando la educación era una prerrogativa de los más privilegiados con el auspicio de los gobernantes de turno y el respaldo de la iglesia católica; primero en su sede de la avenida cuarta, a espaldas del palacio de la gobernación del Departamento, y a partir de 1971, en el barrio Pescadero donde se construyó la “Concentración Benjamín Herrera”, una funcional y cómoda edificación cuya obra fue dirigida por los doctores Julián Caicedo y Héctor Alarcón.
El lote donde fue construido el nuevo colegio fue adquirido en 1949, mediante escritura 151 protocolizada en la Notaría Segunda, ante el notario Luis Alberto Marciales, en la cual consta la venta que hicieron a la Sociedad de Artesanos Gremios Unidos, los señores Asis E. Abrajim y José E. Abrajim de un lote de terreno de la antigua hacienda Pescadero.
En 1954, el presidente de Venezuela, general Marcos Pérez Jiménez, envió a la ciudad al ingeniero arquitecto Erazmo Calvine para que entregara a la Sociedad de Artesanos, los planos del nuevo edificio que proyectaba construirse, como un aporte personal en agradecimiento por los años en los que estudió en esa institución.
Adicionalmente, la donación incluía una ayuda de cien mil bolívares y un cupo de becas para que estudiantes de ese colegio se capacitaran en los oficios que la Escuela Artesanal del Táchira ofreciera.
Sin embargo, con los cambios en los gobiernos de ambos países, el proyecto de construcción no logró concretarse y la edificación del anhelado inmueble, sufrió serios tropiezos pero luego de esquivar las adversidades económicas y políticas del momento, finalmente la sede actual abrió las puertas a sus estudiantes.
En 1956, la asamblea general de la Sociedad exhortó a la Junta del colegio que encaminara sus esfuerzos para obtener la aprobación oficial, requisito que comenzó a exigirse a las instituciones de educación y finalmente, la licencia de funcionamiento para la sección primaria fue aprobada en 1959 mediante Resolución 3490.
A mediados de julio de 1956, en su lucha por iniciar la construcción del nuevo edificio, se propuso su vinculación con la Universidad Libre y luego de un concienzudo estudio se le dio vía libre al acuerdo firmado el 23 de abril de 1957.
Sin embargo, Gremios Unidos no comenzó como colegio, en el sentido que se le dio más tarde a la educación en Colombia.
En sus comienzos se dedicó a impartir la instrucción básica a la juventud y a los mayores que no tenían o no tuvieron la forma de adquirirla, de manera gratuita y sin los requerimientos exigidos por las normas de la sociedad pacata de esos tiempos, entre ellas, las que privaban el acceso a los hijos “naturales”, aquellos concebidos por fuera del matrimonio.
Por estas razones, comenzó por llamarse Escuela Nocturna de Artesanos, y a medida que pasaba el tiempo cambiaba de nombre; en 1916 lo llamaron Instituto de Gremios Unidos, en 1921, Escuela de Gremios Unidos, en 1926, Escuela de Artesanos Gremios Unidos, hasta que llegó el año 1934 y oficialmente apareció en el panorama educativo local el colegio Gremios Unidos como uno de los tres colegios de enseñanza secundaria privada, según denominación de la época.
Durante los años de la segunda mitad de los treinta, el colegio recibió las ayudas oficiales por parte de la Asamblea, tanto para los gastos de funcionamiento como para la creación de la sección industrial que inició actividades a comienzos de 1939, y en la que se ofrecía
capacitación en los talleres de electricidad, mecánica, fundición, ebanistería, sastrería, zapatería, automovilismo y tipografía. Incluso mediante decreto se nombró personal docente oficial, para un colegio privado, considerado inusual, por no decir que ilegal para la época.
Luego de esta breve introducción, veamos brevemente, lo sucedido con las primeras promociones de bachilleres. Transcurrieron más de cincuenta años antes que el Ministerio de Educación le otorgara licencia para conceder los títulos de bachilleres a sus estudiantes.
La primera de estas promociones sucedió en 1963, gracias a la expedición por parte del Ministerio de Educación Nacional, de la resolución 2196 de ese año, en la cual se resuelve “…aprobar hasta nueva visita los dos ciclos oficiales de Educación Media (1° a 6°) del COLEGIO GREMIOS UNIDOS de Cúcuta, establecimiento para varones de propiedad de la Sociedad de Artesanos GREMIOS UNIDOS y la Universidad Libre, regentado por el señor Felipe Ruan”.
La educación formal como se conoce hoy en día, no fue parte de la agenda del colegio, cuyo objetivo estuvo más enfocado en resolver las necesidades básicas de orientación y capacitación para la vida de aquellos que por designios del destino no tuvieron más opciones que capacitarse con las mínimas alternativas que les brindaban las instituciones como la Sociedad de Artesanos Gremios Unidos.
Tal vez esa sea la principal razón por la que cuando el establecimiento se convirtió en colegio de educación reglamentaria moderna, la idea de desarrollar entre sus participantes un “sentido de pertenencia”, no tomó el vuelo que permitiera que sus vinculados mantuvieran vivo el valor y la importancia de la institución, como un factor de unión y perseverancia para quienes estuvieron reunidos en algún momento de sus vidas.
De ahí que no se conformaron “asociaciones de egresados” ni grupo similares que rememoraran ni celebraran con orgullo las efemérides de su honroso pasado. Supongo que tras ese desinterés pudiera ocultarse aquello que por mucho tiempo estuvo en las sombras: el estigma de sus fundadores y promotores vilipendiados desde su inicio por tratarse de supuestos “enemigos” de la Iglesia y, por lo tanto, del Sistema; basta leer la crónica escrita sobre la inauguración de la sede de Gremios Unidos publicada en el tomo tercero de estas crónicas para darse cuenta de la persecución de la era objeto durante ese tiempo.
Redacción :
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com
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