La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Cúcuta
En Cúcuta 30 ancianos corren el riesgo de quedar en la calle
Los adultos mayores que viven en esta casa hogar reciben sus tres comidas, tienen camas limpias donde descansar, baños para asearse y la atención médica.
Authored by
Image
María José
María José Salcedo
Jueves, 15 de Agosto de 2024

Cerca de 30 ancianos que viven en la Fundación Hogar La Esperanza, corren el riesgo de quedar en la calle, luego que el dueño del inmueble apareciera pidiendo la restitución del mismo. 

Esta casa, que funciona hace 24 años en la calle 15 del barrio El Contento de Cúcuta, fue adquirida en el año 2000 por un grupo de misioneros griegos de la Iglesia Ortodoxa, con el fin de acoger adultos mayores en estado de abandono, contó Miguel Beltrán, quien comenzó como voluntario en la fundación, y ahora hace las veces de director, encargado y cuidador. 

Beltrán explicó que algunos años después de establecer la casa abrigo, los misioneros se marcharon y él quedó al frente, gestionando las ayudas que van llegando gracias a la colaboración de empresas y particulares, con la cual es posible brindar un espacio digno y apacible para estas personas. 

Todo marchaba con normalidad, hasta que en 2016 llegó Yimmy Burbano, quien también sería integrante de la Iglesia Ortodoxa, pero con residencia en Pasto, reclamando como suyo este predio, tras un negocio que se cerró a más de 500 kilómetros de Cúcuta, en algún juzgado de Bogotá. 

“Esta persona apareció cobrando arriendo y pidiendo que le compráramos la casa”, dijo Miguel Beltrán a La Opinión, mientras se esperaba por la ejecución de una medida de desalojo, prevista para este 14 de agosto, ante una nueva reclamación de Burbano, por el no cumplimiento de las condiciones establecidas. 

La pronta diligencia ante los organismos pertinentes, permitió frenar la ejecución de este dictamen, y llegar a una conciliación entre las partes, dejando sin efecto esta acción. 
 

Esta fundación ofrece espacios dignos para quienes habitan la casa.

En presencia de Luz Omaira Carvajal, inspectora de la Alcaldía, se acordó la venta del inmueble a la Fundación, por un monto de 580 millones, en un tiempo máximo de un año; así como la cancelación de un anticipo de 20 millones de pesos en los próximos dos meses, y el pago mensual de dos millones de pesos de arriendo, descontables a la suma total de la venta. 

Este acuerdo representa un alivio para los encargados del hogar, aunque solo por un corto periodo, pues a más tardar el 14 de octubre deberán pagar la suma indicada para el “amarre” del negocio, de lo contrario tendrán que desalojar la casa. 

Ahora se inicia una carrera contrarreloj para conseguir el dinero exigido para cancelar en los diferentes plazos, “¿Cómo? Vamos a ver cómo Papá Dios nos lo da”, expresó Luis Tatoa, asesor jurídico de la Fundación Hogar La Esperanza. 

Frente a esta situación de apremio, piden colaboración a los gobiernos locales, tanto municipal como departamental, para evitar dejar en la calle y en completo desamparo a estos abuelos, que por diferentes circunstancias quedaron a su suerte y encontraron en esta fundación el hogar para pasar el resto de sus días. 

Del caso ya fueron notificados los entes defensores de los derechos humanos, como Defensoría del Pueblo, Personería Municipal y Secretaria de Bienestar Social de Cúcuta, sin embargo, según Beltrán no ha habido respuesta ni acompañamiento de estos entes en el proceso. 

Un hogar para todos

La Fundación Hogar La Esperanza es una casa de dos plantas, acondicionadas para que estos 30 abuelos pasen sus días y noches acompañados, pero sobre todo bien atendidos. 
 

Algunos de los abuelos reciben visita de sus parientes, quienes comparten su afecto con otros habitantes de la casa.

Aquí reciben sus tres comidas, tienen camas limpias donde descansar, baños para asearse y la atención médica de jóvenes estudiantes de enfermería, que acuden a hacer sus prácticas profesionales en este lugar, movidas por su vocación de servicio al prójimo. 

“Es un grupo de abuelos muy bien portado”, dice entre risas Michelle Agudelo, una de las aprendices de enfermería, que lleva un mes asistiendo a los habitantes de este hogar. 

Entre sus funciones explica que ayuda a bañarlos, ordenar sus camas, estar pendiente de sus comidas y de los tratamientos médicos que llevan algunos, por problemas de tensión, diabetes y otros males propios de la edad.

La mayoría de ellos están lúcidos y pueden valerse por sí mismos. No obstante, están los que presentan cuadros de Alzheimer y otras enfermedades mentales, aunque ninguna de gravedad; otros andan en silla de ruedas, o se apoyan con bastón, pero más allá de eso todos van dignos por la vida, llevando con orgullo y buen ánimo sus setenta, ochenta o noventa y tantos abriles. 

Pero esta casa hogar en sus más de 20 años ha servido no sólo a adultos mayores, sino que también ha recibido a madres cabeza de hogar, jóvenes e, incluso, familias completas, migrantes, que de manera temporal han conseguido aquí descanso y alimento. 

“El hogar ha prestado un servicio de corazón, y con la caridad de las demás personas hacemos este trabajo, para colaborar con la sociedad”, destacó Miguel Beltrán. 

Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion 

Temas del Día