El Rodeo se consolidó como uno de los barrios más importantes ubicados a la altura del Anillo Vial Occidental, tras una larga historia de vaivenes entre el conflicto, la inseguridad y la unión comunitaria en aras de sacar adelante el sector.
Todo comenzó a mediados de los años 30, cuando decenas de campesinos llegaron a esa zona del área metropolitana de Cúcuta escapando del conflicto y la violencia de los municipios de Norte de Santander.
Otro motivo que impulsó la llegada de los primeros residentes fue el decrecimiento en su economía, pues la compra y venta de animales en las zonas rurales del departamento no generaba los ingresos suficientes y por decidieron salir del campo para asentarse en la ciudad.
Al principio, los hombres trabajaron como ayudantes de construcción, mientras que las mujeres se quedaban a cargo de cuidar el hogar y la crianza de los niños, actividades que prevalecieron durante muchos años hasta que las mujeres salieron de la casa a emplearse en varias actividades.
Desde su génesis, El Rodeo siempre ha gozado de buen transporte por su localización en lo que antes era un paso obligado para los arrieros, quienes hacían un descanso obligado junto con sus bestias en la Quebrada Tonchalá, y luego seguían su curso hacia San Cayetano.
El 3 de mayo de 1938, se terminó la construcción de la capilla La Santa Cruz, gracias a los esfuerzos de la comunidad de ese entonces, la cual se ha conservado hasta la fecha y es un recuerdo viviente de los orígenes de El Rodeo.
Con el templo colinda la institución educativa El Rodeo, que alberga a los niños de ese y otros sectores del Anillo Vial Occidental.
En esta seguidilla de construcciones para el servicio de los habitantes, se encuentra el puesto de salud que, según lo expresado por uno de los residentes, presta un buen servicio de urgencia.
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Asimismo, el transporte en El Rodeo mejoró aún más gracias a la pavimentación del tramo que une al barrio con la entrada a la ciudadela de Belén, razón por la que se evidencia una gran cantidad de buses de transporte público recorriendo las calles de esa zona.
Según se conoció, esta vía duró alrededor de 20 años con grandes huecos, lodo, charcos y rocas, que imposibilitaban el paso vehicular, donde hubo varios accidentes e incluso llegó a haber un muerto a causa de esquivar un hueco.
Por las vías principales del barrio hay un buen comercio, incentivado por las tiendas, restaurantes, establecimientos nocturnos y demás locales que son administrados por miembros de la comunidad.
Vivir en El Rodeo supone tener que lidiar constantemente con la zozobra, en vista de los constantes robos presentados con frecuencia en las noches, aumentando la inseguridad en ese barrio de la Comuna 8.
A eso se le suma la gran cantidad de ataques sicariales que acontecieron en las inmediaciones del Anillo Vial Occidental, e incluso en las vías que conectan al sitio, una situación que no deja de preocupar.
Aunque hay una estación de Policía, no es un impedimento para que los sucesos delincuenciales sigan presentándose con frecuencia en la zona, pese a los patrullajes continuos de las autoridades policiales.
De acuerdo con la comunidad, la situación se agudizó con la llegada de habitantes de calle, quienes aprovechan los sitios menos concurridos de El Rodeo para consumir sustancias alucinógenas, pasar la noche, y en alguna que otra ocasión, robar las pertenencias de los habitantes.
Bajo la estrategia ‘Cúcuta Territorio Seguro’, la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc), busca crear frentes de seguridad en los barrios, para mejorar el Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes.
No obstante, hay preocupación entre los habitantes porque pareciera que las estrategias empleadas por las autoridades no surtieran efecto en El Rodeo, porque siguen presentándose actos delictivos.
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Otro generador de inseguridad tiene que ver con un lote destinado, en su momento, como cementerio de chatarra y vehículos en desuso.
En un momento, los carros desechables alcanzaron a abarcar totalmente este terreno, de al menos unos 200 metros de extensión, y en las noches, personas extrañas se metían a robarse las partes útiles de los vehículos para luego venderlas.
En la actualidad, la gran mayoría de estos automotores han sido removidos por orden de la entidad correspondiente, sin embargo todavía quedan algunos por recoger, haciendo que esta problemática no terminado aún.
“Para fortuna de nosotros, ya se han retirado la gran mayoría, y esperamos que dentro de unos meses se puedan acabar esta problemática que no parece tener fin”, mencionó un habitante.
Para la comunidad, la solución de este problema significaría un gran avance en cuanto a la mejora en sus condiciones de vida, pues transitar este lugar en lo oscuro es un peligro para ellos.
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