Trajes rosa, tapabocas rosa, guantes, gafas de seguridad y la gorra verde de la policía, las identifica. El ‘Escuadrón Rosa’ de la Policía Metropolitana de Cúcuta, así llaman a estas cuatro mujeres: Julith Leal Suárez, teniente; Leydi Marleny Rolón López, subintendente; Bleidy Yiset Moreno Mulfor y Yesica Carolina Rubio Bautista, ambas patrulleras.
Ellas salen todos los días a guerrear y a cuidar al personal policial de la COVID-19. Este cuartero comienza su labor a las 6:30 de la mañana, hora en la que inician su misión de velar porque los uniformados estén en buen estado de salud y tengan a mano todos los implementos de bioseguridad.
Se dice fácil y rápido, pero ellas se han convertido en las guardianas de los funcionarios policiales ante el coronavirus. Son aproximadamente 11 horas de labores llegando a todos los espacios que hoy ocupan los policías: estaciones, subestaciones, CAI, trochas, patrullas; donde hay un policía trabajando, hasta ese punto deben llegar estas mujeres vestidas de rosado.
“Cuando salgo a la calle siento miedo. Miedo a enfrentarme a esta pandemia, pero cuando salgo me encomiendo a nuestro señor Jesucristo, le pido que por favor nos proteja y nos blinde de todo contagio, de todo virus”, dice la patrullera Bleidy Yiset.
Antes de la pandemia estas cuatro mujeres desempeñaban labores en la compañía de auxiliares de policías femeninos.
La teniente Leal explica que desde que se dio a conocer por parte del Ministerio de Salud el primer caso positivo de COVID-19 en Colombia, se activó el equipo de control y prevención contra la pandemia en la institución, por instrucciones del coronel José Luis Palomino, comandante de la Mecuc.
“Se nos encomendó la misión de verificar el cumplimiento de los actos administrativos para evitar la propagación de la COVID-19. Esto debemos hacerlo en todas las estaciones y a cada uno de los servicios de policía”, indica.
El cuarteto llega hasta donde están los funcionarios y primero verifican que estos tengan los implementos de bioseguridad y que los utilicen correctamente, luego hacen la toma de temperatura corporal, se hace registro del estado de salud general y de su buena disposición física para estar en servicio.
“Llegamos a cada uno de los puntos donde están ellos, los pasos ilegales, llegamos hasta los CAI más retirados, las patrullas del modelo de vigilancia por cuadrante, cuando vemos una patrulla en la calle la abordamos. Les hacemos entrega de los elementos de bioseguridad como son guantes, tapabocas y la aplicación de gel antibacterial, pero también les suministramos a ellos el gel para su uso individual en el trabajo”, detalló la patrullera Moreno.
Yesica Rubio Bautista, integrante del grupo y patrullera, explica que el escuadrón rosa recibió capacitación en Donning y Doffing en equipos de protección personal ante esta enfermedad viral, por la Universidad de Pamplona.
Pero su labor no se queda en solo eso: también capacitan a sus compañeros sobre los cuidados que deben tener, los síntomas del coronavirus y medidas a aplicar en sus labores diarias. Ellas también les hacen el tamizaje de salud a las personas privadas de libertad que se encuentran en las salas de reflexión de las estaciones de policía.
Y mantienen un enlace directo con sanidad para servir de puente entre los policías y el personal de salud de la institución.
“Tengo una gran responsabilidad con nuestros compañeros, debemos estar pendientes y protegerlos porque son el primer enlace con la comunidad para brindarle protección a la gente”, enfatiza la patrullera.
Ya los uniformados las conocen e identifican rápidamente, pero la gente en la calle no deja de sorprenderse al verlas con sus vestimentas a cuerpo completo.
Los ciudadanos al ver los chequeos que les hacen a los uniformados se les acercan a las mujeres del escuadrón rosa a pedirles que les hagan a ellos también los tamizajes de salud.
“Ya el procedimiento y la misión se está extendiendo con la comunidad, porque cada vez que llegamos a tomarles la temperatura a los funcionarios la gente también quiere que uno les haga el mismo procedimiento; la gente que está en la calle haciendo sus diligencias en la ciudad, también quiere y por eso procedemos a hacerles lo mismo porque no nos cuesta nada y lo hacemos con mucho orgullo”, explica.
Estas cuatro mujeres, además de ser policías, son madres, hijas, esposas, hermanas y lo principal, seres humanos que también sienten temores frente a la enfermedad y el riesgo que corren.
“Me da temor porque estamos expuestas a contagiarnos y en casa tenemos una familia que nos espera, tengo dos hijas: de 5 y 2 años. Yo salgo y en el porche de mi casa me pongo el traje de bioseguridad y los elementos de protección, y de igual forma al llegar me retiro todo sin entrar a la casa, lo hecho todo en una bolsa y va directo al patio a la lavadora, incluso, el uniforme que llevo debajo. Tengo que ser muy cuidadosa porque además de las niñas vivo con mi abuela de 80 años. Llego y ellas se meten en la pieza y hasta que yo no salga bañada y luego vuelva a hacerme la aspersión de alcohol, no salen a saludar”, detalló.
Para Leydi Marleny Rolón, de la sección de las auxiliares de policía femenina, la labor del escuadrón es vital, porque asegura no solamente el cuidando de los policías, sino también de sus familias. “Mis familiares me expresan su preocupación porque tengo que salir a la calle, pero están consciente de que lo hago para cumplir esta nueva misión; además son conscientes de la importancia de mi papel y del grupo en esta pandemia”.