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Cúcuta
Sin dolientes los habitantes de las calles de Cúcuta
Unas 352 personas de la calle aparecen en la base de datos de la Alcaldía; se quejan de no tener garantías de alimentación y salud.
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Orlando Carvajal - Periodista La Opinión
Orlando Carvajal
Sábado, 27 de Junio de 2015

‘El Coco’ entra y sale del canal Bogotá cuando quiere. Siempre acude a la alcantarilla que está justo debajo del puente de tirantas Eustorgio Colmenares, en la Diagonal Santander.

Allí, acomodado en un viejo mueble que recogió de la calle, de donde él pertenece, ha dormido en los últimos seis meses.

Tiene 45 años, pero aparenta 60, debido al trajín de andar en la calle sumido en el mundo de las drogas y el ‘chirrinche’ (especie de licor que prepara con los demás compañeros de la calle a base de alcohol antiséptico y gaseosa negra).

“Nos sirve para  ahogar las penas y las ‘verdes’ que estamos  atravesando”, dice llevándose una calilla de tabaco que prepara con picadura de los cigarrillos viejos que recoge del suelo.

‘El Coco’, cuyo nombre de pila es Diego Mora, llegó a Cúcuta hace dos años procedente de Bucaramanga, de profesión mecánico, separado y padre de dos hijos, a los cuales lleva más de ocho años que no ve.

En el mismo combo con el que convive él  también se encuentra ‘Pili’, ‘El Cura’, Aldemar y ‘Marisela’, esta última de 28 años. Todos se embriagan con ‘chirrinche’.

Esta última mujer asegura que vivía con sus padres en Antonia Santos y que por problemas con ellos debió abandonar la casa y ahora se encuentra en la calle.

Aldemar, de 56 años, también dice que está en la calle desde hace seis meses porque una tía lo corrió de la casa donde vivía en Villa del Rosario. “Primero fui a parar al parque Lineal, allá me recibieron bien, pero ahora me moví para el canal, en busca de mejores condiciones para pasar la noche”, dice.

Al igual que estas personas, también otras 352 están clasificadas en la base de datos de la Secretaría de Bienestar Social como habitantes de la calle.

‘El Coco’ asegura que son más de estos, que por lo menos son unas 800 personas, entre jóvenes, adultos y ancianos las que tienen la calle como hogar.

Ellos se quejan de que la Alcaldía no les brinda garantías de alimentación ni de salud, porque cuando alguno de sus miembros no tiene qué comer acude a las canecas de basura o a la limosna, o cuando se enferma debe sufrir los dolores de su mal en silencio.

Mario Pezzoti, secretario de Bienestar Social, asegura que el municipio invierte para la atención de estas personas $250 millones a través de un convenio que suscribió con el Centro Vida, adonde acuden cerca de 200 personas de la calle a recibir un baño, desayuno y a descansar por lo menos cinco horas al día. Después de las tres de la tarde, el centro se cierra.

Sin embargo, pese a que fue inaugurado en 2012 no ha tenido continuidad en sus servicios. ‘El Coco’ asegura que reciben más ayuda de comerciantes y personas caritativas que se acercan a ellos a llevarles comida, ropa y a asearlos, que de la Alcaldía.

Esta población se concentra además en el parque Mercedes Ábrego y en lotes abandonados, como el centro Cenit, de donde esta semana fueron desalojadas unas 20 personas que pasaban la noche entre las ruinas.

Juan Alarcón, considerado uno de los samaritanos de esta población en Cúcuta, sostiene que el municipio no tiene un plan oficial vigente ni una política pública para atender a los habitantes de la calle. “Los ve tirados en el pavimento, pero se desentiende de ellos”.

En marzo pasado la Corte Constitucional le ordenó al Ministerio de Salud acelerar la implementación de la recién creada Ley 1641 de 2013 para que se les brinde un trato a los habitantes de la calle partiendo de los siguientes principios:  dignidad humana, autonomía personal, participación social y solidaridad.

“Nada de esto se cumple en Cúcuta por parte de la alcaldía ni de ninguna otra entidad de gobierno”, sostiene Alarcón.

El alto tribunal urgió a los entes territoriales a que den atención a esta población, dadas las condiciones de miseria en que convive.

En Cúcuta no solo es el hecho de que no tengan un techo y por eso deban vivir en la calle, otros problemas mucho más graves como la prostitución, el alcoholismo y la drogadicción se esconden detrás de esta población, “y por eso hay que hacer algo y pronto, de lo contrario el fenómeno desatará consecuencias insospechadas, incluido el derramamiento de sangre”, dice María Inés González, una comerciante del centro de Cúcuta que apadrina a diez habitantes de la calle que duermen en los alrededores del Parque Lineal.

El fenómeno en otras ciudades

En Medellín, Bucaramanga, Bogotá, Cali y Cartagena sucede lo mismo con los habitantes de la calle. Un diagnóstico liderado por el diario El Colombiano en el que también participaron Vanguardia Liberal, El Universal, El País y La Opinión reveló las difíciles condiciones en que vive esta población.

Algunas ciudades le han apostado a la construcción de centros de acogida, otras, como Bucaramanga, buscan que los habitantes de la calle regresen a sus lugares de origen.

El último censo de esta población que hizo Cartagena data de 2012. Según ese documento, la ciudad tiene 506 habitantes de la calle; de los cuales 459 son hombres y 47 son mujeres. Allí hay tres hogares de paso.

En Bucaramanga, las estrategias han diferido de otras que se han implementado en el país. Un ejemplo es ‘De regreso a casa’, programa que busca garantizar la atención básica de los habitantes de la calle para enviarlos - si ellos aceptan- a sus regiones de origen. El año pasado 95 regresaron voluntariamente con sus familias.

Sin embargo, según la administración municipal, 1.147 personas siguen deambulando por la capital de Santander.

El Centro de Estudio de Opinión de la Universidad de Antioquia publicó los siguientes resultados en 2014: en Medellín, 3.250 personas habitan en la calle. Según la encuesta, el 83,1 por ciento son hombres y el 16,9 por ciento son mujeres. De ellos, el 52,8 por ciento son adultos (entre 33 y 59 años) y los jóvenes (de 18 a 32 años) representan el 25,9 por ciento. Un 47,2 por ciento, revela el estudio, dedica la mayor parte de sus ingresos a comprar sustancias alucinógenas.

El 43,8 por ciento ha estudiado primaria y el 2 por ciento pasó por la universidad. La ciudad invierte 2.600 millones de pesos mensuales en la atención básica y resocialización de esta población.

 

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