Pensando en que la lectura es un verdadero regalo, Isaías Romero Pacheco bautizó la iniciativa de llevar libros a los menos favorecidos como Anchetas Literarias.
Su primera versión la hizo con los hijos de galponeros en el área metropolitana y rural de Bucaramanga, quienes, a decenas de kilómetros de escuelas o bibliotecas, vivían con sus familias sin la posibilidad de comprar o acceder a libros para los menores.
Con el apoyo de su cuñada, familiares y otras personas desinteresadas, organizó unas 25 ‘anchetas’ que incluían además de libros, cuadernos y colores. Fue tal la acogida y la satisfacción de los niños y niñas que recibieron lecturas como regalo en Navidad, que decidió repetir la experiencia cada año.
“Una de las muchas razones y excusas por las que las personas no leen es el acceso a los libros, bien sea por desconocimiento en sus formas de circulación a través de las bibliotecas o por los costos. Quisimos reducir esos datos nefastos con el proyecto”, señala Romero quien además de haber obtenido varios premios literarios es un reconocido formador de promotores y bibliotecarios en el país. Para la Cámara Colombiana del Libro, en Colombia se venden menos de un libro por habitante al año y si bien la compra no es el único indicador de lectura en el país, incide dado que es una práctica habitual entre lectores.
El proyecto de Anchetas Literarias busca en fechas previas a la Navidad donantes, personas que regalen libros nuevos o usados en perfecto estado para que puedan tener una segunda vida con aquellos que no pueden adquirirlos. “Hemos entregado libros en comunidades, en veredas, en fundaciones, por ejemplo, en el 2019 entregamos más de 100 anchetas a niños en una fundación que alberga familias víctimas de minas antipersonales y a jóvenes en condiciones de riesgo”.
Para el 2021, la pandemia hizo complejo el proceso dado el cuidado que debía darse en la recepción de los libros, el evitar posibles aglomeraciones para las entregas y por las restricciones vigentes. “Dudamos, pero nos decidimos hacerlo con toda la responsabilidad, esta vez, llegando a cada casa”, y señala que entre su esposa y el hijo menor le ayudan con la desinfección y el adecuado empaque.
Convocó entonces a docentes, amigos, promotores, bibliotecarios y por redes sociales a que le ayudaran a ubicar lectores que realmente no pudiesen acceder a un libro en Cúcuta y Bucaramanga, incluso le ayudaron con las entregas personalizadas que aún se siguen haciendo y calcula, por los donativos recibidos, pueda extenderlas hasta mediados de febrero.
Con los años de trabajo del proyecto Lectopaternidad y en los diversos procesos de formación que adelanta el escritor, cuenta que ha logrado constituir una red de amigos que siempre están dispuestos a colaborar de muchas maneras. “Creo que no existe una mejor opción que la de facilitar que los libros sigan llegando a los lectores y este año salimos a buscarlos. Aunque llegaron muchas solicitudes de otras partes de país, dimos prioridad a Cúcuta y a Bucaramanga, que es mi radio de acción. Ha funcionado tan bien que ya estamos haciendo proyectos para llegar a más lectores; es increíble y triste a la vez que mucha gente deba decidir entre comer o comprar un libro”.
Una de las herramientas que más ha servido es el voz a voz y por ello invita a que si no pueden hacerse aportes se puede hacer difusión a través de sus cuentas en redes sociales de Lectopaternidad.