Tener a un personaje como Hernán Peláez Restrepo, al frente, no se logra todos los días.
El ‘Doctor Peláez’, como se le conoce, es uno de los decanos del periodismo deportivo en Colombia, con más de 50 años de experiencia en radio, prensa y televisión.
El miércoles pasado, en la Feria del Libro, en la biblioteca Julio Pérez Ferrero, este ingeniero químico de profesión, que llegó a los medios de comunicación, en 1964, contó algunas vivencias y anécdotas de su vida en el campo periodístico, las cuales deleitaron a la nueva y vieja generación.
Durante el conversatorio al aire libre fue homenajeado por los exfutbolistas del Cúcuta Deportivo: Germán ‘Burrito’ González, Rolando Serrano y Álvaro Contreras, entre otros, quienes le dieron una placa en reconocimiento a su encomiable labor periodística.
Hernán Peláez se ha caracterizado por ser jovial, sabio y con gran carisma.
Hace 27 años tuve la oportunidad de entrevistarlo por primera vez. Recuerdo que no fue nada fácil, Duré cerca de un mes haciéndole cacería, pero, al final, logré la tarea que me habían puesto.
Aunque el tiempo ha pasado, el ‘Doctor Peláez’ sigue siendo el mismo hombre jovial y tranquilo.
¿Hacia dónde va el periodismo deportivo en Colombia?
El periodismo deportivo va a estar influenciado por los gringos, que son los amigos de las estadísticas y de todo ese tipo de detalles y de más cosas, a ellos les fascina.
En ese sentido, el fútbol no va a ser la excepción y el periodista va a tener que aprender a manejar ese tipo de conceptos y memorizarlos.
Es decir, el periodismo (deportivo) va a cambiar, mucho, pero el oyente va a ser más exigente o el lector, porque él también está en la era moderna, tiene que quedar más satisfecho con la información que le den.
Entonces, ¿hacia dónde va dirigido el periodismo deportivo, con tanta información?
Hoy, el periodismo deportivo necesita de un editor.
La clave de todo es un editor. ¿Por qué? Por ejemplo, si usted tiene 17 temas, y le dicen hay que extractar cinco y para ello hay que tener un editor y ver a quién le interesará cierta información o a quién no. O si la noticia tiene un morbo especial, se necesita de un analista de temas para decir cuáles son.
¿El periodista deportivo debe estar especializado en un área?
Creo que sí, esa es la tendencia de hoy. El todero no existe. En la época nuestra sí había toderos en los periódicos. Nosotros, en radio, por ejemplo, en el terremoto de Armenia (1999), los primeros en llegar a cubrir la noticia fueron los del área deportiva. Recuerdo que estaban Duván Marín, Ciro Díaz y después llegó Weimar Muñoz, y como en ese entonces los partidos eran a las 3:30 de la tarde, pero se comenzaba a transmitir desde la 1:00 de la tard, ellos fueron los que salvaron la transmisión mientras llegaba el grupo fuerte de periodistas.
Hoy, si usted no tiene especialización, la gente duda. Entonces si voy a hablar de tenis tengo que haber jugado tenis y saber qué es el tenis.
Un poco lo que acepta la gente en el caso mío es que saben que siempre fui del tema del fútbol, nunca me salí.
¿Qué va a pasar con los medios impresos en momento en que se impone lo digital?
Los medios impresos van a desaparecer, no por malos o por buenos sino por costos. Hoy, todo el mundo va al digital, y hacía allá van los impresos. La mayoría tiene sus aplicaciones y sabe que el consumidor va a llegar allá.
Al periodismo le toca prepararse para la época que viene.
¿Cómo hacer entonces para que los periódicos sigan subsistiendo en medio de la tecnología?
Los periódicos se van a sostener en la medida que tenga opinadores buenos, porque el opinador seguirá siendo un hombre fuerte y ese es el problema de los programas de la mañana (en la radio y televisión) que se volvieron repetitivos.
Su hijo Jorge Hernán siguió sus pasos, ¿cómo es esa relación periodística?
No lo oigo (risas…) porque no me interesa, porque está haciendo su propio campo, pero sí me interesa que haga en La República entrevistas de todo tipo, porque es economista y me parece que ese campo es bueno para él y como experiencia le gusta la salsa.
¿Cómo fue ese trance del cáncer que le diagnosticaron del que salió adelante?
Cuando el tipo me dijo qué era, le pregunté: ¿qué hay que hacer? Me respondió: quimioterapia. ¿Cuándo empezamos? Y me dijo: mañana. Comencé a hacerla y logré mentalizarme porque la quimio intravenosa tiene un problema, el primer día pasa, pero al otro es como si Mike Tyson le hubiera dado una pela.
Entonces tuve que cuadrar que me la hicieran los viernes para que la pela la supiera el sábado, medio me recuperaba el domingo y el lunes ya estaba listo para ir a trabajar.
Esa parte la manejé con tranquilidad. Pero reflexioné un poco más y por eso me retiré de ‘La Luciérnaga’, porque me implicaba trabajar de las 2:00 de la tarde a las 7:00 de la noche, a pesar de que el programa comenzaba a las 4:00.
¿Volviendo a lo deportivo cómo define a Carlos Antonio Vélez y a Iván Mejía?
No los defino, son compañeros de la profesión, cada quien tiene su estilo no es que me ponga a oírlos, los respeto.
¿Dónde estuvo la virtud y el éxito del ‘Pulso del Fútbol’?
Primero, en integrar a los oyentes, eso fue lo fundamental. Integrarlos en sus preguntas e inquietudes porque además le dan a uno oportunidad de mostrar otras cosas, creo que estuvo ahí un poco de lenguaje fácil, con la agresividad de Mejía, pero en general a la gente la entretiene mucho.
Usted ha publicado dos libros, ‘Nuestro fútbol’ y ‘El Milagro del fútbol colombiano’. ¿Ha pensado en escribir otro?
Yo si quisiera y tuviera tiempo, les decía a los muchachos (sus amigos exjugadores del Cúcuta Deportivo) estoy haciendo una colección de anécdotas, tengo más de 200. En la medida que tenga más, terminaría haciendo una enciclopedia (risas...), pero me divierto teniéndolas y recordándolas.
¿Una reflexión de la vida?
Creo que la vida hay que aprovecharla día a día. Y una pregunta que me hacían era cuál es el momento feliz, y dije: el momento más feliz es el que no ha llegado. Como el triste, es el día que uno viaje, pero el feliz no ha llegado, de manera que no pienso en eso.
Y ese cuento de que usted es el mejor, yo les agradezco, pero no, y el día que me crea que soy el mejor, me fregué.