Venía segundo de un grupo grande de pedalistas. Era uno de los que marcaba el paso en el pelotón de la Clásica de Jáen, carrera de un día que se realiza desde 2022 y que tiene la calificación de categoría 1.1. de la Unión Ciclista Internacional. Estaba feliz. Era su primera carrera del 2025 en Europa, portaba el tricolor nacional y tenía buenas sensaciones en las piernas.
Estaba fuerte. Por eso estaba al frente del lote. Ese fue el motivo por el que, bajada por una vía destapada de las montañas que rodean la ciudad española de Jáen, Egan Bernal iba con buena velocidad.
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En televisión no parece, pero los ciclistas profesionales se desplazan a un ritmo increíble: 60, 70, 80, 100 kilómetros por hora son las velocidades que pueden alcanzar estos hombres de cuerpos delgados.
En las bajadas, sobre todo, es cuando más aceleran. Si el camino es estrecho, como suele ocurrir en las carreteras por las que pasan las clásicas, hay que pedalear con más fuerza para ganarse un espacio, ir adelante de los rivales, no estar cerca a ellos. Hacerlo conlleva riesgos. Como los pedalistas van enchoclados, anclados a los pedales de sus bicicletas, cualquier mal movimiento, cualquier resbalón, los puede llevar al suelo.