Estaban agotadas. En la expresión desencajada de la cara se les notaba que el fuerte calor del final de la tarde en Cali las tenía desesperadas. Además, las atacantes del seleccionado de Estados Unidos, que atacaban con intensidad, las pusieron contra las cuerdas: por un momento las norcoreanas se sentían muy asediadas.
Las norteamericanas se acercaban a la portería norcoreana buscando un milagro como el del fin de semana, cuando le empataron 2-2 a Alemania en el tiempo de reposición y al final se quedaron con la clasificación en la tanda de penaltis (3-1).
Pero esta vez no llegó. Las futbolistas de Corea del Norte defendieron la ventaja que consiguieron desde el minuto 22 del primer tiempo, con un gol de Il-Son Choe, con una disciplina militar, como si su paso a la final del Mundial femenino que se juega en nuestro país fuera un asunto de vida o muerte.
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Después de seis minutos de reposición, la jueza central del partido por fin pitó. El juego se terminó. El estrés de las coreanas bajó. Una sonrisa, poco común en ellas, reemplazó la seriedad eterna de sus rostros. Corrieron hacia el centro del campo y abrazaron al técnico Song-Ho Ri.
En menos de un minuto se unieron todas las futbolistas. También llegó la jefe de prensa y las asistentes del entrenador. Las asiáticas hicieron, a su manera, una fiesta en la cancha del estadio Pascual Guerrero: festejaron dando unas cuantas vueltas en círculo porque llegaron a la cuarta final de un Mundial femenino sub-20.
Japón hizo justicia
Por su parte, con dos tantos de Manaka Matsubuko, Japón venció a Países Bajos logrando el otro cupo para la gran final que se disputará el próximo domingo en Bogotá.
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