La fiesta en honor a la Inmaculada Concepción ya tiene 200 años de existencia y, gracias a ella, las calles y las casas en Colombia se iluminan con velas y faroles cada siete y ocho de diciembre.

Esta fecha, conocida popularmente como la Noche de las Velitas, hace parte de las festividades más representativas en el calendario y hay toda una industria encargada de elaborar cada vela que se enciende.

Según la Cooperativa Multiactiva Nacional de Fabricantes de Velas, Coopfanalvelas, en lo corrido del año, despachó 4.326 toneladas de parafina a los fabricantes. Y de ese volumen, 50% se destina para atender la demanda decembrina.

Se trata de un mercado en el que se mueven cerca de 400 millones de velas al año y 60% de todas esas existencias se comercializan en la época navideña; esto equivale a unos 240 millones de unidades.

Emprendedor con instinto

Pedro Zea es el gerente y fundador de Velas y Velones Imperial, una compañía dedicada a la fabricación que distribuye su producto en todo el país. La empresa es relativamente joven, inició operaciones en 2002 y, cuando su creador mencionaba su idea de negocio, casi siempre le decían que era un emprendimiento condenado al fracaso.

Luego de 22 años, don Pedro tuvo razón al seguir su instinto porque ya tiene una unidad productiva con 70 empleados y capacidad para procesar más de 200 toneladas de parafina mensualmente.

“A mi siempre me preguntan qué hace un productor de velas todo el año, pero yo les digo que nunca dejan de venderse. Y siguen vigentes por varias razones, en muchas zonas alejadas todavía se necesitan para iluminar, en otras zonas del país es más barato dar luz con ellas que con la electricidad y hay gente a la que le gusta usarlas para ambientar”, comentó el empresario.

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Lo cierto es que los pedidos sí aumentan de cara a final de año y, tal como lo resaltó, 30% de la facturación anual se consigue gracias a la demanda que llega con la Noche de las Velitas.

En su caso, contrata 20 colaboradores adicionales para entregarle al mercado lo que necesita. Hace meses todos en la compañía están en función de la época navideña y, desde julio, las toneladas de parafina procesadas diariamente subieron de cinco a 10.

Al final del ejercicio, según las cuentas de don Pedro Zea, son 600 las toneladas que van a la manufactura para diciembre y desde su fábrica salen 90 millones de unidades rumbo a las góndolas de superficies mayoristas y minoristas.

No hay un estudio contundente que arroje el tamaño del mercado para las velas tipo farol. Sin embargo, la Encuesta de Diversidad Religiosa indica que de los 52 millones de habitantes en Colombia, 57,2% se reconoce como católico, una proporción que se traduce, aproximadamente, en 29,7 millones de personas.

Ahí estaría la masa crítica del negocio, pero la Noche de las Velitas ha trascendido y ya no está ligada únicamente a un solo segmento poblacional.

Velas de nicho

Margarita Gómez, fundadora y gerente de Velas Casiopea, dijo a LR que la empresa apunta a vender 20.000 unidades para esta temporada, “que no es una cifra grande en relación con otros jugadores del mercado, pero nuestro producto no compite en el segmento de volumen”.

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Tal como en otros renglones de la economía, en el de las velas hay fabricantes de todos los tamaños. Sin embargo, los datos suministrados a Coopfanalvelas indican que los más grandes tienen músculo industrial para poner, cada uno, entre 80 y 90 millones de velas.

Teniendo en cuenta que después de la pandemia tomó impulso la demanda por velas personalizadas para decorar o ambientar, se abrió un nicho para fabricantes que las elaboran al gusto del comprador.

Pese a que estas referencias no hacen parte del inventario tradicional, Gómez afirmó que “la expectativa es grande porque el siete y ocho de diciembre son fechas clave para todos los que producimos velas”.

“En el caso nuestro, este año particularmente ha sido raro, antes teníamos pedidos para diciembre desde agosto, y aunque repuntaron tarde, yo creo que en diciembre se va a cuadruplicar la venta frente un mes normal”, resaltó la empresaria.

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