La Parada (Villa del Rosario) se convirtió en el escenario deportivo de un torneo sin precedentes. El pasado sábado 30 de noviembre, las risas y el sonido de los balones chocando contra los arcos resonaron en cada rincón mientras mujeres de diversas organizaciones se unían en un acto de resistencia, solidaridad y deporte.
Así transcurrió el torneo “A punta de goles las mujeres honramos y dignificamos los derechos para prevenir las Violencias Basadas en Género en San José de Cúcuta”, un evento que trascendió lo futbolístico para convertirse en un manifiesto vivo contra la violencia de género.
Este es el segundo evento de este tipo, que se organiza a propósito de los 24 días de activismo contra la violencia de género.
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Un encuentro multicolor
Desde la 1:30 de la tarde, las calles comenzaron a llenarse de camisetas azules, moradas, amarillas y blancas, los colores de la campaña ‘Todas Somos Dignas’ (TSD). Las barras agitaban pompones al ritmo de cánticos y tambores, mientras los equipos se preparaban para entrar a la cancha.
Cada equipo tenía un propósito que iba más allá del marcador: ‘Derechos de las Mujeres’ (azul), ‘Prevención de VBG’ (morado), ‘Dignidad’ (amarillo) y ‘Todas Somos Dignas’ (blanco) representaban valores fundamentales en la lucha por la igualdad y la justicia.
La organización del evento reunió esfuerzos de múltiples colectivos: desde la Asociación Banderas Unidas hasta la Fundación Actitud Resiliente, pasando por el Centro Intégrate, la Agencia Pública de Empleo (APE) y el Proyecto Integra de USAID. Fue un mosaico de alianzas que demostró que el cambio social empieza cuando las redes comunitarias se fortalecen.
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El pacto del juego limpio
Antes del inicio de los partidos, la psicóloga Paola Castellanos, del Centro Intégrate, dirigió un emotivo discurso sobre el pacto de juego limpio. Este no solo se refería a las reglas del fútbol, sino a un compromiso colectivo de respeto mutuo.
“Este es un espacio de autoconocimiento. Aquí les enseñamos a defenderse sin violencia, a ser protectoras las unas con las otras y a combatir el racismo y la xenofobia que afectan a nuestras compañeras de equipo”, expresó Castellanos.
Los encuentros, de 15 minutos cada uno, estuvieron marcados por una mezcla de intensidad y compañerismo. Las jugadoras, entre las que había mujeres migrantes, colombianas retornadas y miembros de comunidades de acogida, no solo buscaban marcar goles, sino también derribar las barreras simbólicas que separan a las personas.
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Música y emociones en la cancha
Antes que iniciaran los partidos, la música de Francya Bendita impregnaron el ambiente de esperanza. La artista, conocida por usar la música como herramienta de integración social, ofreció un repertorio que emocionó a las jugadoras y al público por igual.
“La música une las banderas. Como tallerista descubrí que sirve como terapia y por eso la he compartido”, comentó Francya, quien utiliza su talento para sanar y empoderar a mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Su presencia fue un recordatorio de que el autocuidado y el equilibrio emocional son tan esenciales como los goles en este juego de la vida.
La final y la gran victoria
A medida que caía la tarde, la intensidad en el terreno de juego aumentaba. El equipo ‘Dignidad’, de la Red de Mujeres Colombianas Retornadas, demostró una coordinación y determinación admirables, llevándolas a coronarse campeonas.
Las subcampeonas, del equipo ‘Prevención de VBG’, celebraron con igual entusiasmo, pues cada gol fue una pequeña victoria contra las violencias basadas en género.
“Este torneo es representativo y nos puede definir como mujeres. No tenemos límites, todas somos muy capaces y podemos lograr lo que nos propongamos”, expresó emocionada Emily Ortega, de 14 años, jugadora del equipo morado.
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Un impacto más allá del marcador
La jornada no solo dejó trofeos y fotos para el recuerdo; también sembró semillas de cambio en una comunidad históricamente marcada por el desplazamiento y la desigualdad. Virgilio Torres, coordinador del Centro Intégrate, destacó el papel transformador de las mujeres lideresas.
“Ellas son el motor de estas dinámicas. Sus redes lideran procesos de integración y fomentan la participación activa de niñas, adolescentes y jóvenes. Su liderazgo es fundamental para el acceso a derechos y para la construcción de comunidades más justas”, afirmó Torres.
Un gol por la dignidad
El torneo concluyó con una premiación que no solo celebró los resultados deportivos, sino también la valentía de cada participante.
Bajo el lema “Todas somos dignas”, quedó claro que este no fue un simple evento deportivo, sino una poderosa declaración colectiva: la dignidad y el respeto son derechos innegociables para todas las mujeres, sin importar su origen o situación.
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