Colombia está al borde de una nueva era de exportaciones, esta vez en forma de biocombustibles para aviones, derivados del aceite de palma. Este anuncio fue hecho por Nicolás Pérez Marulanda, Presidente Ejecutivo de Fedepalma, durante la Reunión Técnica Nacional de Palma de Aceite 2023, en Bucaramanga.
El Banco Mundial financia un estudio llevado a cabo por la certificadora internacional ISCC, que examina el ciclo de vida del aceite de palma colombiano y su biomasa. Este análisis, centrado en prácticas ecoamigables, respalda la baja huella de carbono de la agroindustria, allanando el camino para biocombustibles avanzados y diésel renovable.
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El objetivo es preparar el aceite de palma y su biomasa como materia prima para Combustibles Sostenibles de Aviación (SAF) y diésel renovable, cumpliendo con las estrictas normativas de reducción de carbono. Estudios preliminares de Cenipalma indican que Colombia tiene una baja huella de carbono debido a prácticas sostenibles en la palmicultura.
Nicolás Pérez Marulanda, Presidente Ejecutivo de Fedepalma
Este avance es esencial para habilitar al aceite de palma colombiano como materia prima para biocombustibles, un proceso en curso ante la Organización Internacional de Aviación Civil. Se espera que el estudio finalice en octubre, lo que abrirá un mercado significativo para la industria palmera, reforzando su compromiso con prácticas sostenibles y cumpliendo con normativas europeas.
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Nicolás Pérez Marulanda subrayó la importancia de los biocombustibles en la hoja de ruta de transición energética del Gobierno. La propuesta gubernamental, actualmente en consulta, prevé un aumento gradual en la mezcla de aceite de palma y diésel (B10) para cumplir con las metas de reducción de energías no renovables.
Sin embargo, para alcanzar estos objetivos, es crucial asegurar suficiente materia prima. La producción actual de 600.000 toneladas anuales no es suficiente. Se necesita una planificación a largo plazo, incluyendo la expansión de las plantas de biocombustibles, para satisfacer la creciente demanda.
En el corto plazo, Colombia podría utilizar el aceite disponible para exportación, siempre y cuando las condiciones de compra sean competitivas para los palmicultores. Este paso marca una transformación significativa en la industria colombiana, allanando el camino hacia un futuro más sostenible y cumpliendo con los estándares internacionales.
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