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Editorial
Burros de Troya
Otra de las características de estos líderes que debilitan la democracia desde el interior, es que  gobiernan infundiendo odio y provocando división en la sociedad.
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Lunes, 18 de Noviembre de 2024

Este término lo acuñó la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo para describir a quienes ganando elecciones y trajeados como demócratas llegan al poder para colonizar y erosionar las instituciones, provocar extrema polarización y fraguar toda una estrategia para perpetuar su control del Estado.

Por eso es que el ataque a los jueces y tribunales, la estigmatización de los medios de comunicación, la degradación del debate para desprestigiar e insultar a la oposición y al Congreso de la República dentro de la tendencia a debilitar y doblegar los pesos y contrapesos y el contrapoder, no son hechos aislados ni producto de reacciones momentáneas, sino parte del  libreto de los burros de Troya.

Y la fuerte confrontación con los empresarios es otra maniobra perfectamente orquestada y es como el quinto elemento de esa doctrina, que contempla el propósito de atacar a quienes generan la riqueza, a quienes cumplen la ley y a la empresa privada, señalándolos como adversarios del pueblo y del progreso.

Otra de las características de estos líderes que debilitan la democracia desde el interior, es que  gobiernan infundiendo odio y provocando división en la sociedad, para de esa manera profundizar la lucha de clases.

“Es decir, llegan a las instituciones vestidos de demócratas, ya no llegan con armas revolucionarias o vestidos de uniformes militares, sino ganando elecciones, y una vez dentro empiezan a tomarse la fiscalía, los tribunales y organismos que deberían ser independientes y neutrales”, es la descripción que la política española hace de quienes llama burros de Troya.

Hay unos episodios que en Colombia siempre han generado debates y fuertes cuestionamientos como es el del famoso ‘pacto de la Picota’ o el nombramiento de gestores de paz a temibles exjefes paramilitares o la más reciente condecoración a exguerrilleros del M-19, pues resulta que todos ellos se enmarcan dentro de lo que se denomina homologación de los criminales en la teoría de los burros de Troya.

La dirigente española que ha venido poniendo el dedo en la llaga sobre los riesgos que esta figura genera para los países, así sea de izquierda o de derecha, al responderle a un medio informativo metió en esa categoría al presidente Gustavo Petro y adobó su respuesta indicando que esos burros de Troya “intentan promover la ignorancia en la sociedad para que no sean conscientes de esos procesos de degradación democrática”.

Todas esas señales de riesgo para nuestra estabilidad democrática no hay que descartarlas porque como se lee y se evidencia lo que  ocurre en Colombia concuerda perfectamente con ese cuadro crítico, máxime cuando como lo afirma Cayetana Álvarez  “el presidente se jacta de su pasado guerrillero y terrorista, digo no puede ser, es decir, ningún presidente digno de tal cargo podría jactarse de haber utilizado la violencia contra su propio pueblo. La violencia nunca puede ser utilizada como medio para ningún fin no hay ningún fin que justifique el uso de la violencia”.

Llega entonces el momento de reflexionar sobre los burros de Troya y la manera de atajarlos, antes de que sea demasiado tarde.

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