Que peligrosos delincuentes se escapen de las estaciones de Policía, como acaba de suceder en Villa del Rosario, cinco meses después de haberse fugado Zeus, vinculado con el narcotráfico, el paramilitarismo y los falsos positivos, es un factor disparador adicional de la inseguridad en el área metropolitana de Cúcuta.
A ese asunto hay que ponerle el mayor de los cuidados y la atención urgente por parte del Estado, porque ahora aprovechándose de la crisis de hacinamiento carcelario asesinos, secuestradores y extorsionistas que llegan a las celdas policiales fraguan sus planes de escapatoria y poco tiempo después huyen de la justicia, para volver a sus andanzas delincuenciales.
Creía la comunidad que ya se habían tomado medidas contundentes para cerrar definitivamente esa puerta para que se fuguen reos condenados por delitos de diversa naturaleza que por numerosos inconvenientes tienen que ir primero a esas ‘cárceles improvisadas e inseguras’.
Por esa fragilidad en el sistema es que, por ejemplo, cuatro de los presos que todavía no han podido ser recapturados y que estaban en el recinto policiaco rosariense, tienen prontuarios por secuestro extorsivo, homicidio agravado, fabricación, tráfico y porte de armas de fuego y hurto calificado.
Pero si le añadimos que entre los otros tres que habían participado en la escapatoria y que fueron detenidos de nuevo se encuentra un miembro de la banda del Tren de Aragua, un secuestrador y un ladrón de motos, se nota que el problema ha hecho metástasis por la inocultable peligrosidad de quienes se evaden de esa manera.
Se pensaba que esa clase de delincuentes ya estaban siendo enviados a cárceles de mediana o alta seguridad y no a una frágil celda de la Policía, pero resulta que no. ¿Qué más estarán esperando que suceda el Ministerio de Justicia y el Inpec para que tomen medidas de carácter extraordinario con el fin de abordar una muy delicada situación que atraviesa nuestra región?
Es que en el área metropolitana de Cúcuta este tipo de casos hay que tomarlos dentro de un contexto de violencia e inseguridad ciudadana desatada por el narcotráfico, las bandas transnacionales del multicrimen, la guerrilla y las economías ilegales que se mueven en esta parte de la frontera con Venezuela.
Al tener una perspectiva de lo sucedido desde esa óptica, en la región se espera que haya una actuación estatal que le ponga fin al uso improvisado de las estaciones de Policía como prisiones y determinar traslados hacia otras cárceles del país y plantear por lo menos la construcción de otro pabellón en la Modelo de Cúcuta.
La difícil situación plantea que se tomen medidas de diversa índole y las referentes a prevenir que se sigan presentado hechos de más presos escapados, se necesita que sean definidas y puestas en ejecución con carácter extraordinario y sin contemplaciones de ninguna índole.
Es que eso debe ser así, puesto que no podemos llegar a convertir las fugas de los privados de la libertad en un elemento más del agreste paisaje de la criminalidad en la capital nortesantandereana y sus municipios vecinos, que ya de por sí es extremadamente grave.
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